Muchos me odian y no quieren viajar conmigo
Porque los hago hacer un encuentro consigo mismo, muchos sienten dolor, angustia, pánico pero sobre todo miedo, yo no muerdo pero ardo en el pecho, en lo que llaman corazón. Yo soy eso que muchos llaman «soledad»
Pueden llamarme loca pero disfruto estar sola, vivo en un país tercermundista que amo pero escondo mi móvil en mi pecho para que no me roben y donde a manos del hampa muere más gente que en la guerra, donde para comprar comida hay que hacer fila y literalmente dormir fuera del supermercado, pero ya eso lo sabrán, necesito llamar a mi amiga soledad e irme a hacer un viaje, me gustaría ir al romántico París, o al misterioso Egipto, a la enamorada Roma o a la tierra de donde mis abuelos salieron huyendo de la dictadura de Franco «España», pero mi viaje fue planificado sin acompañantes, a un lugar donde el sol te transmite su calor y el mar tiene una mezcla de colores tan únicos que no se distingue donde comienza el cielo o donde termina el mar.
Necesito mucha brisa, algunos cactus y arena del desierto dijo Dios, necesito mucha agua salada, necesito palmeras y creó una isla, luego vino el hombre holandés y le añadió el estilo de su país y así nació Aruba, una hermosa isla en el caribe, conocida como: «Aruba, la isla feliz».
Mi llegada a Aruba fue hermosa, ver desde la ventanilla del avión los colores, lo bello, lo misterioso, lo imponente, que es el mar, nada mejor para compartir con mi amiga la soledad.
Mi encuentro conmigo misma fue revelador, el mar me ayudó, estar sola rodeada de miles de personas, y sin embargo no encontrar en ninguna de ellas compañía es grandioso (y esto suele ser más común de lo que se piensa) creo muchos se sienten solos estando en pareja, en el trabajo e incluso con su familia pero esa sensación de subirte a un avión, ver y querer tocar las suaves y esponjosas nubes, sentir el susto en el estomago al llegar a un sitio que no conoces, donde hay personas que nunca has visto es sin duda alguna una de las sensaciones más grandiosas del mundo, estoy enamorada de este mar, de estas nubes, de este hermoso día, del sol, del aroma a playa y de mi querida soledad.
Fui a tomar una cerveza y se me acercó un joven, suele pasar que un hombre al ver sola a una mujer se le acerque, a lo mejor es un instinto muy primitivo o solo galanteria, se me acerco y se presentó, su nombre era Berg tenia un acento muy extraño y varios años viniendo a Aruba por cuestiones de trabajo por lo cual manejaba muy bien el español, luego me dijo que le gustaba mucho la marca de la cerveza que estaba tomando y que le gustaba tomar con sus amigos porque no le gustaba estar solo. ¿Un hombre que no tiene nada que decir y que no le gusta estar solo? Fue lo que me pregunté.
Me pregunto de donde venia y le respondí soy de Venezuela el país de la arepa «con mi respectiva sonrisa y mi ceja levantada, regia», a lo que el respondió: ahhh.. muy mal están en Venezuela aquí las mujeres vienen a prostituirse por algunos dólares… con la misma sonrisa me levante de la mesa con unas enormes ganas de insultarlo y decirle «más prostituta será tu abuela» pero vi el inmenso mar y me transmitió mucha serenidad y me aleje, tampoco me siguió.
Prefiero estar sola hasta que consiga a alguien que disfrute estar solo y compartir juntos nuestra soledad al hacernos compañía rompiendo todo esquema y todo estudio psicológico o seguir enamorada de mi soledad.
Como se enamoró el principito de su rosa, yo me enamore de ella pero sabiéndo que la soledad es carencia de compañía ¿realmente existe la soledad?
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