Llegas a las 7:45 al vestuario, con los ojos medio abiertos aún y un café que has comprado en la cafetería «para llevar», en la mano. Te plantas delante de la estantería de la ropa y buscas un pijama de tu talla que te sea cómodo. Esto es una ardua tarea, ya que no puede estar muy tieso (araña la piel), ni muy flojo (marca demasiado), la goma del pantalón es tema a parte, tiene que dejarte respirar y moverte. Tras 10 minutos de probarte ropa, das con el ideal, te lo pones y te vas a tu servicio. Hoy sabes que puede ser un día duro…. O no, depende de donde estés.

Habrá quien llegue a la consulta de oncología sin tener muy claro por qué está allí, y le dirán que la biopsia que le  hicieron, no salió como tocaba y tiene que empezar quimioterapia la semana que viene. Y tú asistes impávida a la reacción de la persona, incrédula de lo que le están diciendo, y la estupefacción de quien la acompañe. No son conscientes de las implicaciones reales ni de como toda su vida va a cambiar desde ese preciso instante. Y tú sientes un nudo en el estómago.

Habrá quien vaya a hacerse una endoscopia digestiva, y asistes a como su vida acaba de cambiar por completo, y se te hace un nudo en la garganta. Otra persona a quien su vida dejará de ser lo que era hasta el momento.Suena el teléfono y avisan que ha habido un accidente de tráfico, sales con la ambulancia, y aunque tratas de ir concienciándote de lo que vas a encontrar, no deja de impresionarte lo que se presenta ante tus ojos. Se te para el corazón, te entran ganas de vomitar, pero no puedes. Haces de tripas corazón y vas corriendo hacia la primera persona que encuentras y haces tu trabaja. Eres una profesional y lo demuestras cada día. Ayudas personas, eso es lo que te gusta. Sabes que la vida de esa persona acaba de cambiar para siempre.

Llaman al teléfono que se prepare el quirófano de urgencia, alguien se ha caído de un balcón. Sabes como actuar, conectas el chip profesional y desconectas el chip sentimental. El equipo corre sin estorbarse, parece algo extraño verlos ir de aquí para allá sin siquiera rozarse, se habla lo imprescindible, todos sabemos que tenemos que hacer. Llega el paciente, le ves la cara, se te cae el alma a los pies. Tan joven y su vida, que acaba de empezar ya no va a volver a ser lo mismo. Un cambio más a tus espaldas.Ya ha pasado un tiempo desde que entró en la UCI muy grave y por fin ha llegado el momento de que se vaya a planta. Sabes que su vida ha cambiado para siempre, pero por fin ha mejorado y probablemente vuelva a hacer una vida relativamente normal.

Por fin han pasado 48 horas desde que vio la luz por primera vez, y se marcha con sus recién estrenados papis que no caben en sí de alegría, sus vidas, la de los 3, acaban de cambiar para siempre. Un cambio feliz.

Llegan las 15, se acaba tu turno, tratando de no perder la sonrisa te vas al vestuario donde empezó todo hoy. Cierras la puerta y se borra la sonrisa. Recuerdas los cambios que has visto hoy, los lloros, la angustia, la frustración, la pena, el desespero…. Y mientras tú has tenido que mantener el tipo, consolar a toda esa gente a la que la vida le acaba de cambiar para siempre, impávida, sacando fortaleza de donde ya no la tienes, cargando sobre tus hombros todos esos cambios de esa gente anónima con la que no puedes evitar empatizar y ponerte en su lugar, con la que quieres llorar y no puedes… Y sólo en ese momento, cuando únicamente tienes la compañía de tus compañeros que se sienten como tú, te permites dejar aflorar tus sentimientos. Por que sabes que no sólo es la vida de todas esas personas la que ha cambiado, la tuya también. Por que sus experiencias, son las tuyas, y sus cambios pueden ser los tuyos. Así que sí, tú también cambias un poco cada día.

CUALQUIER HOSPITAL, TODOS LOS DÍAS.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS

comments powered by Disqus