Cuando en 1999 ingresaba a la escuela de ciencia política de la Universidad de los Andes (Venezuela) no me hubiera imaginado lo que me repararía la vida, y es que yo tuve un sueño cambiar situaciones de injusticias sociales, por ello creí que era la política como actividad de lo publico, como espacio de las relaciones de poder, el camino correcto para realizar las luchas por lo que creía correcto y si luché desde el movimiento estudiantil, desde partidos políticos y aunque acumulé muchas y gratas experiencias no llegué a coincidir con los éxitos que esperaba, había siempre algo interno que me decía no estar en el camino correcto.
Así la vida pasaba y corría en busca del empleo ideal o la actividad que me llenara y que me permitiera pagar las cuentas que la existencia obliga, estos «bienes y servicios», más servicios que bienes en mi caso ya que aún no poseo nada que pueda decir, es mío más que mis ideas, mis títulos y mis sueños. No me he detenido en mi lucha y como no pretendo hacerlo, sigo siempre adelante. Así pasé por la administración pública, una labor que te enseña dirección, gerencia, procesos, es una escuela para conocer las articulaciones de intereses, a ello dediqué un tiempo de mi vida laboral a las relaciones intergubernamentales, pero como siempre todo tiene su final y volví al desempleo.
Pasé mucho tiempo parada laboralmente hablando pero fue o ha sido el tiempo donde más estudié y trabajé en mi misma, necesitaba reconstruirme, reinventarme, así que pensé en las formas de hacer primero en mí, estudié coaching y terminé trabajando mi tesis, sobre el hombre que más admiré en la vida “NELSON MANDELA” fue un honor conocerle desde su historia y obra ya que las letras, también te presentan a la gente así como si estuvieras con ellos; El me cargó de buenas vibras, de entusiasmo y de la fuerza e inspiración que necesitaba para levantarme aún cuando creía que ya no podría ni con mi alma.
Una vez fortificada me surgió la necesidad de seguir con mi primer amor, “las políticas públicas”, así se me presentó el curso de políticas públicas de seguridad ciudadana con enfoque de género, tal vez intrínsecamente se manifestaba la mujer con miedo, con necesidad de seguridad en la vida, pero lo cierto, es que sentía que me iba conectando hacia un propósito más elevado.
La mujer insegura se preñó de ideas que parieran soluciones colectivas, estas que respondieran a esas dilemáticas como ¿Por qué el hombre choca con la sociedad? Y decidió maestrarse en Psicología social, ¿porque el individuo, los grupos sociales, estaban en crisis? y decidió atender a los temas de la violencia, de los valores y anti valores, desde una óptica psicosocial y mientas estudiaba y disfrutaba aprender, sucedía un evento en su vida y es que le llamarón para participar como docente en una universidad, no cualquiera, era la universidad de la seguridad, un nuevo centro para la formación de policías, bomberos, custodios penitenciarios e investigadores penales y con ellos empezaría una nueva etapa.
Esta etapa la llamaré…la docencia universitaria para la seguridad, es una etapa de temores iníciales, porque aunque muy preparada universitariamente, había tenido mucho tiempo sin trabajar y pese a que la idea le encantaba, los primeros días no fueron nada fáciles, la profesional fértil de ideas, teorías y de políticas públicas para la seguridad ciudadana, empezaba a reconocer que estaba ávida de estrategias para la enseñanza, sentía que no manejaba la clase, aunque profundizara en los temas estos no fluían didácticamente hablando y así tuve que volver a aprender, esto frustraba a ratos y a ratos sentía una enorme necesidad de asumir los retos, y me hice de algunas destrezas para dar clases, formar que era mi obsesión momentánea y se presentaron las mejorías con los estudiantes.
Pero la vida como te trae amargas, te trae también las dulces y así llegaron las actividades de abordaje comunitario, acompañando a los estudiantes policías y fui uniéndome, compartiendo con las personas en sus comunidades, buscando canalizar sus problemas de inseguridad en sus vecindarios, estas actividades te ayudan a crecer como persona y mientras trabajas, formas y compartes con los estudiantes y vecinos vas conociendo otra parte de ellos, su vida, sus familias, sus anhelos y sus miedos y el carácter va bajando y la naturaleza gregaria nuestra va haciendo estos espacios para una mayor humanización y la docencia va tomando otra forma, te haces docente aprendiendo de tus estudiantes y los miedos se van desplazando por el interés de colaborar en colectivo, llenar expectativas, forjar profesionales y despertar consciencias.
Así, luego de un año puedo decir: ¡Gracias!… Cómo me ha cambiado la docencia, aprendí cuando creía que iba a enseñar, empecé con miedo pero tuve la humildad para seguir pese a ellos y esperar que tendría de más para encontrar en el camino, si mi sueño inicial en la universidad era estudiar para cambiar el mundo, creo que he hecho algo pequeño pero significativo para mi, desde mi pequeño espacio, ese que me obsequiaron mis estudiantes, educar decía Mandela, es el arma más poderosa para cambiar el mundo… y yo sigo caminando, ahora voy a por más sueños… Y por vencer otros miedos… Haciéndome y reinventándome, sigo adelante… Agradecida… La vida, es un continuo aprender y enseñar…
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