Cada tarde el mismo ritual,después de una buena siesta empezaba a prepararme con una ducha rápida, un toque de maquillaje, el vestido adecuado y mi perfume favorito,también me solía poner algún abalorio que adornara mi cuello, mis orejas o mis dedos….y a las cinco de la tarde , ya preparada, comenzaba mi jornada laboral.
El horario no era malo, si todo iba bien sobre las 10 de la noche podría estar en casa y dar a mis hijos un beso de buenas noches.
Mi trabajo tenía ventajas y desventajas, como todos al fin y al cabo. Una de las ventajas era que yo era mi propia jefa, yo decidía mi horario y mis días de trabajo,cuando llovía libraba y también cuando había fútbol,eso estaba muy bien ya que los domingos podía descansar, a no ser que hubiera algún extra.
Cuando peor lo pasaba era cuando tenía que trabajar en fechas tan señaladas como Navidad. También había clientes bastante insoportables a los que tenía que aguantar sus impertinencias. Pero por otro lado había algunos muy agradecidos, estos me solían obsequiar con algún regalo, cosa que siempre gusta.
Lo que peor llevaba era el poco tiempo que dedicaba a mis hijos,cuando ellos llegaban del cole yo ya no estaba, cuando volvía casi siempre estaban dormidos y por la mañana se iban al cole, a veces antes de que yo me levantara.
Cuando yo elegí este trabajo era mucho más fácil, era joven y sin ataduras de ningún tipo . Fue una buena época en la que pude ganar mucho dinero, en los años 60 en Barcelona tuve una buena racha.
Las Ramblas eran un ir y venir de marines americanos en busca de compañía, todos ellos llegaban a la ciudad con ganas de diversión y los bolsillos llenos.
El Cosmos fue uno de mis primeros puestos, de ahí me fui moviendo por los alrededores
También probé suerte en otras ciudades, pero acabe regresando a mi barrio .
A partir de los 70 la cosa se fue complicando, los clientes eran menos y con menos poder adquisitivo, cosa que hacía difícil la situación , a eso le sumamos que yo ya no era la joven hermosa y llena de vida que llegó a Barcelona soñando con un mundo mejor. Los años no pasan en vano para nadie y en mi trabajo contaba más la juventud y el buen ver que la experiencia.
Mis hijos crecían, mi salud se deterioraba a pasos agigantados, tenía que tomar una decisión.
Y así lo hice, arregle papeles, conseguí una paga y elegí un compañero para retirarme del trabajo.
Quizás me equivoqué eligiendo este trabajo, pero aunque suene raro siempre me sentí una mujer respetada y respetable por todos o casi todos…
Mi trabajo me dio momentos fantásticos,alegres, me permitía viajar, conocer otros países, otras gentes, hablar otras lenguas, otras culturas….pero también conocí otros mundos más sórdidos, con tristeza, lágrimas y penurias….
Al fin y al cabo , tan solo era mi trabajo, yo como persona era mucho más que eso.
Podríamos aplicarlo a cualquier trabajo, pero no se porque, dicen que el mio es el más antiguo de todos.
Hoy, volvería a optar por mi libertad de elegir.
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