LAS CLINICAS PRIVADAS

LAS CLINICAS PRIVADAS

Norma Borello

21/05/2016

Sentirse enfermo en medio de un viaje de placer es problemático.
Disfrutando de unas vacaciones, mi amiga se sintió mal y la acompañé a una Clinica de Especialidades Médicas.
Como es normal, necesitamos disponer de un largo tiempo para ser atendidas, horas que me permitieron observar el funcionamiento del lugar.
En mi país, la medicina se practica en hospitales subvencionados por el estado y en clinicas privadas, nosotras elegimos el segundo caso.
Me resultó muy llamativo el sistema que utilizaron para solicitar los datos de la paciente. La recibieron, elaboraron su ficha e inmediatamente vino la pregunta clave – ¿Qué obra social la cubre?
Lógicamente es lo que después permite los pasos a seguir.
La respuesta determina el tipo de habitación que la obra social cubre en caso de internación, la nómina de médicos prestadores, el cobro de adicionales por los servicios no reconocidos y muchos requisitos más que dejan al paciente con ganas de olvidar su problema de salud. De todas maneras era necesarios acomodar la situación manteniendo la calma y recordando: «Lo primero la salud».
Mientras esperábamos en mesa de entrada para ser atendidas, observé detenidamente el movimiento del personal de la clínica. Todos cumplían funciones específicas y los diferenciaba un delicado uniforme. El personal administrativo en sus respectivas oficinas, los enfermeros y paramédicos en emergencias, la sección de atención al público con sus secretarias de mesa de entrada y secretarias médicas, las mucamas con su clásico lampazo, además de otro personal que no pudo ubicar.
Me llamó la atención que por momentos las secretarias descuidaban su lugar de trabajo. Inmediatamente se formaban largas filas de quejosos pacientes que deseban ser atendidos y no era posible.
-¿No está la secretaria?, preguntaban los que recién llegaban, pero evidentemente era imposible localizarla. Estaba ocupada.
Observé que las especialidades médicas estaban muy bien distribuidas, los consultorios con su placas correspondientes, donde figuraba el nombre del profesional y su especialidad. Las salas de espera incómodas. Algunas eran pasillos adaptados, con insuficinete cantidad de asientos, con poco espacio.
Los ambientes adornados con grandes maceteros, algunos con plantas mal cuidadas y cuadros que quedaron torcidos, perdiendo su sentido estético.
Es seguro que la limpieza ignoró el arte.
Caracterizaba el clima del lugar el aroma desagradable que resultaba de la mezcla de medicamentos, antisépticos y el clásico desodorante que se utiliza con el objeto de quitar los malos olores.
En un lugar muy accesible,tal vez en el centro de la clínica, se encontraba el antiguo ascensor que a simple vista parecía una jaula con rejas labradas.
Como todos los ascensores antiguos era muy amplio, con capacidad para cuatro personas o para la camilla y el camillero o enfermera.
Lo adornaba un cartel que decía «NO FUNCIONA» (aceptable porque se trataba de un modelo muy antiguo).
Médicos, enfermeros, enfermos y personal, ante la falta de ascensor, subían y bajaban las escaleras en procesión, como implorando el pronto arreglo del aparato, que evidentemente hacía días que no se podía utilizar.
En la espera, mientras conversábamos con mi amiga, nos sorprendió un tumulto que apuró el normal desenvolvimiento de la clínica.
-«Es una urgencia» anunciaban  en mesa de entrada. De la ambulancia bajó una camilla impulsada por el camillero, recorriendo velozmente el largo pasillo, tratando de llegar al lugar indicado en el menor tiempo posible.
En este trajinar, no dejaron de movilizarse también los pacientes y acompañantes, que arrimándose a las paredes, trataban de cuidar sus pies.
En mesa de entrada, a la vista de los que ingresaban, aparecía un enorme plano del edificio en el que se podía constatar que el primer piso estaba destinado a ls internación, cirugía y estudios especiales y en el último piso la cocina y el lavadero.
En un lugar muy visible funcionaba un servicio de bar que se asemejaba a lujosas confiterías, donde se escuchaba música, se servían comidas rápidas y era el lugar donde se reunían acompañantes de enfermos para distraer los momentos de tensión en un clima agradable.
Esta clínica privada, tal vez como todas, tiene como único objetico, ofecer algo distinto de lo que es la medicina pública y buscar alternativas para lograr que el paciente se sienta cómodo y la elija sin dudarlo. Son empresas que ofrecen al mercado una oferta que se sostiene para y por la enfermedad.
El hecho de acompañar a mi amiga, me permitió observar y reflexionar.Traté de imaginarme en ese lugar de trabajo si estudiaba Medicina (que estaba entre mis opciones) y muy convencida pensé que tal vez una clínica podía ser el lugar para desempeñar mi profesión elegida.
En el tiempo en que mi amiga resolvía satisfactoriamente su problema de salud, mi imaginación y mis ilusiones llegaron muy lejos.
FIN
                                                Norma Lucia BorelloFoto_clinica_1.jpg
                                                                                               

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