Corazón quebrado

Corazón quebrado

Griselda Bosi

21/05/2016

  Corazón quebrado, doblado en dos, tristeza y resignación. Cintura tensa, arqueada la columna: ¡Dónde estás vida! ¡Dónde estás Dios!

   Tierra fértil, dura y generosa; semillas que se esconden, hojas que explotan; pronto la cosecha el hambre saciará.

   Trabajo y más trabajo: ¡Dónde estás vida! ¡Dónde estás Dios!

   Esto que les cuento no es casualidad y es verdad: tuve un tío que se llamaba Mario, hijo de inmigrantes, su pasatiempo era la fotografía.

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   Un día él acomodaba fotos dentro de una caja, llegué y, curiosa como soy, mientras él ponía una foto  yo le sacaba tres. Dos me llamaron la atención:

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   –Tío, ¿qué hacen estos hombres? –dije, mostrándole una de las fotos.

  –Esa foto es del año mil novecientos treinta y dos, no la saqué yo, puesto que era muy chico, la sacó tu abuelo. Esos hombres trabajaban en una máquina que se utilizaba en aquella época para desgranar choclos, después de cosecharlos, así los colocaban en bolsas de arpillera. Creo que era de vapor. ¡Mucho trabajo! Se necesitaban a todas esas personas para  que funcionara.

  –¿Y esta otra?  –pregunté.

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 –Esa… –Pensó, al tiempo que la daba vuelta– es de mil novecientos treinta y ocho, estoy entre los trabajadores junto al abuelo. Es una cosechadora, muy complicada. También trabajaba con vapor. Además de necesitar a muchas personas para hacerla funcionar, les llevaba demasiado tiempo terminar con la cosecha; tiempo que pasaban fuera de sus casas, lejos de la familia. Te cuento que tu papá estaba en la campaña al momento de nacer tu hermana, la conoció días después, no había cómo comunicar la noticia.

   –¿Está en esa foto mi papá?

   –No, era muy chico, él empezó más tarde.

   Ahí habría terminado la conversación, pero me explicó que no siempre fue así y, buscando entre sus libros de arte, me mostró dos pinturas que inspiraron mi prosa anterior:

   –Mira, Vincent Van Gogh retrató a dos jornaleros haciendo el trabajo con pico y pala, todo a pulmón, era el año mil ochocientos.

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     –Y acá te muestro otra de Pieter Brueghel, el Viejo, que nos muestra el rudo trabajo de la gente de campo allá por el mil quinientos, les llevaba más tiempo que a tu papá. Un descanso a la sombra del árbol no venía mal.

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    Pienso en que hoy en día con sólo dos personas, como mínimo, se puede levantar  una cosecha. Y los días de siega se acortaron, hay otro tipo de comunicación con la familia que queda en casa: los celulares, los vehículos modernos son rápidos…

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    Vivo en la pampa húmeda, donde la actividad principal es la relacionada con la agricultura y la ganadería. Por estos lares sabemos del trabajo duro de nuestros antepasados: las vicisitudes de la siembra, el clima, la maquinaria rudimentaria que les hacía doblar sus espaldas  para obtener una cosecha… ¿segura?

    Las máquinas de última generación alivian el trabajo, pero el resultado de una buena siembra depende siempre de las contingencias del clima, de los movimientos del mercado…

    El riesgo es el mismo que antes… ¿o no, tío?

    FIN

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