Transparencia cortante.

Transparencia cortante.

 Llegué a este empleo desde un anuncio en el periódico que decía «se necesita aprendices para fábrica». Cuando me presenté era una fábrica de vidrios planos (ventanas, puertas, parabrisas de automóviles, etc), con muchas dudas sobre mis capacidades para desempeñarme en este trabajo dejé el currículum y regresé a mi casa. Prácticamente, para cuando regresé, habían llamado telefónicamente y me habían convocado para la mañana del día siguiente. Durante los dos años y medio que trabajaría allí, conquistaría tres categorías: peón, transportista y finalmente, peón pulidor. En Vicry se hacía todo el proceso de fabricación de vidrios planos: molienda, fundido, corte y templado. Trabajaba en la sección final, la de vidrio producido o Vipro, en la que habían menos accidentes de trabajo o eran menos graves. En otras secciones había fallecido un compañero, otro había perdido una vista, a otro se le había partido una hoja de vidrio en la espalda dejándole 24 cicatrices. Un buen día, estaba trabajando con un enorme parabrisas de camión al cual le había matado el borde con la lijadora. Reglamentariamente debíamos trabajar con todas las medidas de seguridad hasta parecer un robot: casco de obra, delantal de cuero que me cubría desde el pecho hasta las rodillas, muñequeras del mismo material hasta el codo, calzados reforzados con punta de acero y guantes de cuero agamuzado. Sin embargo, como trabajaba en las pulidoras o lijadora y estas máquinas trabajan con agua, me quitaba los guantes porque una vez que estos se empapaban, perdía adherencia y se me caían los vidrios. Había terminado de trabajar con un gran parabrisas de camión y llevándola a la máquina lavadora previo al templado, le pido a un compañero que me ayude a quitarlo de la lavadora y llevarlo al templado. Los dos teníamos agarrado el parabrisas de ambos extremos, mi mano izquierda aferraba el vidrio por su parte curva de la arista, que como las otras tres no estaban pulidas, y mi mano derecha lo agarraba por la parte superior. En determinado momento siento que el vidrio mojado empieza a deslizarse por mi mano izquierda y que comienza a introducirse en la palma de mi mano, cortándome. Le grité a mi compañero que soltara el vidrio, que me estaba cortando. Si soltaba el vidrio sin avisarle, posiblemente hubiéramos salido los dos lastimados. Me llevaron a enfermería, me vendaron y me fui al hospital de seguros, en donde me dieron 7 puntadas, quedándome de recuerdo una L invertida por cicatriz.

Mi puesto de trabajo era una máquina pulidora, que tiene una cinta transportadora del vidrio y dos ruedas se encargan de pulir y dar brillo por cada lado al mismo tiempo, mientras pasa por la cinta transportadora. El operario que trabajaba en la máquina normalmente no tiene que ir a los almacenes de corte del vidrio a buscar los que son necesarios de pulir. Pero ese día estaban todos mis compañeros ocupados y debí tomar una zorra de transporte de vidrios y salir hacia el depósito a buscar mi trabajo pendiente. El depósito de corte estaba del otro lado del patio de la fábrica y a un lado de este patio, la administración desde la cual, desde sus grandes ventanales los propietarios de la empresa controlaban los movimientos en el patio de maniobras. Cuando llego al depósito de corte con la zorra de transporte me dirijo al encargado y le pido lo que tengo que llevarme. Me mira perplejo, mira por sobre mi hombro y me dice, -«¿vos solo llevarás todo lo que hay para trabajar?». -«sí, están todos ocupados en Vipro»- . Cargué ambos lados de la zorra de transporte con todos los vidrios, los aseguré con las cuerdas, y comencé a empujarla para trasladar el cargamento hacia mi sección. El camino de regreso ofrecía obstáculos, un patio con pendiente que debía ascender y viento en contra que zarandeaba mi carro de lado a lado. Estaba a medio camino empujando con dificultad hasta el limite de la inmovilidad, cuando levanto la vista y veo que 3 o 4 compañeros salen corriendo hacia mí y comenzando a socorrerme me dicen «- estas como loco flaco, estaba uno de los dueños en la ventana de la administración y llamó enojado a nuestros encargados y les dijo como me habían dejado solo con el traslado de los vidrios, que me  ayudaran de inmediato!»-.

En otra ocasión, nos mandatan a los operarios (de los dos turnos) de la pulidora, que teníamos menos de una semana para entregar 3500 vidrios de 40×40 para su exportación y se había atrasado su producción. Todas las facilidades para nuestro trabajo: otros compañeros estarian pendientes que culminaramos una tanda, la llevarían a lavado y luego a templado. La pulidora podía trabajar con vidrios de ese tamaño con 7 vidrios cargados sobre su cinta transportadora. Sin embargo, había encontrado la forma de cargar hasta 11 vidrios por vez. Debía cargar los vidrios, y llegar a tiempo al otro extremo de la máquina para agarrar al vidrio antes que cayera de la cinta, y girándolo en 90 grados, colocarlo nuevamente para pulir el otro lado, así, hasta completar los 4 lados. No respiraba durante la jornada de trabajo, sólo veía pasar los vidrios por delante mío, sólo escuchaba el ruido de la pulidora trabajando a la par de mi esfuerzo, jamás percaté el movimiento de compañeros y encargados por detrás mio con el trabajo realizado. Al término del plazo, quedó la satisfacción de la tarea realizada y la recompensa de ser ascendido a oficial pulidor. Sin embargo, durante esa semana, el trabajo se trasladó a mis sueños, al despertar estaba parado sobre mi cama, haciendo el mismo movimiento con mis manos y cuerpos que cuando estaba ante mi máquina.

Tiempo después, la empresa entra en una recesión, y al momento de ofrecerme el despido con referencias por mi desempeño, de los 350 iniciales quedaron en la fábrica 50 trabajadores. Fue el único empleo que mi familia festejó aliviada por que ya no trabajaría en un lugar de riesgo.

FIN.

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