El desayuno de El Patrón
Las calles pedregosas y húmedas por el rocío de la noche eran tenuemente iluminadas por su viejo farol. La panadería se encontraba a unas tres manzanas de la habitación que alquilaba, así que no tardaba más de diez minutos en llegar. <<¡Amasá! –la voz resonaba en su cabeza, incesante y cruel.>> Los caballos que tiraban...