Abuelo…

Mi abuelo era un hombre sabio, había dedicado su vida entera a la rama de la filosofía y la ciencia. Cuando tenía 9 años, mi madre y yo solíamos visitarlo todos los fines de semana. Para los niños los adultos son como dioses, seres admirables que nunca lloran y que lo saben todo. Me gustaba mucho pasar tiempo con él, principalmente porque siempre respondía mis preguntas aunque la mayor parte del tiempo no entendía de qué estaba hablando. Un día fuimos al parque a las 6 de la tarde, como de costumbre nos sentamos en una de las bancas del centro. Al otro lado de la pileta un joven yacía solo, mirando su celular. El clima era fresco y no había mucha gente. Estaba contemplando el agua de la pileta cuando de pronto una chica apareció, se dirigía hacia donde estaba el joven, él ya se había percatado de ella, ambos sonreían. Se levantó con naturalidad, dió unos pasos hacia ella, se dieron un beso en la boca, y se fueron caminando.

-Abuelo… ¿por qué la gente se besa?

– Verás hijo, los besos son una forma de demostrarle a la otra persona el aprecio que se le tiene.

-¿Quién inventó el beso?

– Nadie inventó el beso, es una conducta que se desarrollaron los seres humanos desde la antiguedad.

– ¿Solo las personas se besan?

– – No hijo, se ha visto a animales como los chimpancés hacerlo también, muchos seres vivos tienen distintos formas de mostrarse afecto.

– Ahh… ¿qué es el afecto?

– El afecto es el sentimiento de apego que se tiene hacia alguien, especialmente cuando se pasa mucho tiempo agradable con él, un fenómeno emergente.

-¿y qué es un fenómeno emergente, abuelo?

– Un fenómeno emergente es una entidad que se crea de la interacción de muchas partes, y cuyas propiedades no tienen nada que ver estas, se podría decir que es más que la suma de sus partes. Hay fenómenos emergentes instantaneos y otros que aparecen con el tiempo. Tu consciencia es un fenómeno emergente instantáneo producto de la interacción de millones de neuronas. El afecto, el amor, el odio, y todos los sentimientos, requieren de tiempo para que se desarrollen, hijo.

-Ahh… -Asentí como si hubiese entendido algo de lo que acababa de decir.