Hoy no hay lluvia. Tampoco tormenta. Pero vivo con el corazón empañado y voy a darle forma a una historia que hubiera querido fuera mía. Dos personas que un día se encontraron y recorrieron juntos la misma playa, una y mil veces bajo el sol del invierno y la lluvia del verano.
Tu alma de navegante siempre te llevó al mar y a mí, a la costa a buscarte.
Nunca supe cómo, pero tú me hiciste creer en el amor.
Llegaste a mi vida tarde, muy tarde, demasiado tarde, cuando mis pies cansados habían recorrido una y mil veces esta misma playa buscando todo sin encontrar nada.
Pero ese día y como sea, allí estabas para iluminar mi vida poco a poco, paso a paso y sin prisa.
Quiéreme, aunque sea de verdad
… y permíteme el exceso
… si es posible, sin piedad
… antes del último beso
Tuve la paciencia de esperarte y me tomé el tiempo de las oportunidades hasta sentir que de verdad, todo valía la pena.
Construimos un mundo de dos, lleno de fantasías que concretamos en realidades.
Encontramos en ese nuestro lugar, lo que siempre quisimos: un puerto de llegada sin partida o un trozo de tierra donde echar raíces. Como quieras llamarle tú o como quiera llamarle yo, ambos lo llamamos “hogar” y fue nuestro para siempre.
Fue un encuentro decretado por el Universo, que ocurrió sin desearlo ni pensarlo.
¿Pudimos decir que sería para siempre? Sí. Tú mismo y aquí, mirando lo más lejano
de ese mar que estabas cansado de navegar, me lo dijiste un día. Un sentimiento y una corta convivencia ya había sido suficiente para concretar esa afirmación en forma contundente.
Hasta que llegó esa tarde. Fue justo en el momento que el sol se esconde, cuando el faro enciende su luz tenue y mágica acompañando rotante, blanca y luminosa este final impensado, no deseado pero sabido.
Era la señal que mi tiempo de partir había llegado. Siempre creí que serías tú primero. Pero no fue así y me tocó a mí.
Mucho te agradeceré siempre que me hayas traído al lugar que más quiero, para que aquí, ahora y de tu mano, pueda por fin irme para siempre a encontrar la paz del descanso final.
Quiéreme, ahora que llegó el final
… sin más puntos suspensivos
… aunque venga el bien del mal
… como si estuviera vivo
Estamos los dos solos, sin lágrimas y con los ojos llenos de amor. Lista para iniciar este, mi último viaje.
En mi frente húmeda, tu último beso cierra mis ojos.
Tú encontrarás la fuerza de seguir adelante con la certeza que siempre llevarás mi amor en tu alma. La destellante luz de este faro siempre te lo recordará. Sólo a mí y sólo a ti
Sabes bien
Que jamás te lo he pedido
Ni jamás te hice un reproche
Por lo que esta vez te pido
Ya que no es cosa de dos
Que tú seas quien me quiera
Como nunca me has querido
Esta noche del adiós…
Música: Luis Eduardo Aute
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