Violet & Finch

Violet & Finch

Ainara Amaral

20/02/2021

Con los ojos cerrados apenas a segundos de saltar me
encontraba.

Claro, eso antes de que me interrumpiera en el acto
un imbécil que a sabiendas de mí, llamó mi atención.
No solo fue su voz la que me interrumpió pues, él
decidió situarse al borde del puente por el que yo me cuestionaba
caer.

Era el peor momento para bromear, pero él lo hizo.

Sin una pizca de humor en mí, no reí.

Tampoco salté, me salvó la vida ese día. Solo con
una mala broma.

Me acompañó mientras caminaba ese día y algunos
más.

Mientras me contaba y enseñaba absurdas a mi parecer
notas en post-it.

No puedo negar que siempre estuve a la defensiva,

alejándolo de mí siempre que él se quiso acercar.

Agradezco ahora que él, Finch, nunca decidiera dejar
de intentar acercarse,

porque no sé en qué momento exactamente consiguió
entrar.

Finch tentando cualquier casualidad que pudiera
regalarnos el destino me escogió
sin esperar tiempo alguno como pareja para el trabajo
de clase.

No estaba yo en realidad de humor para nada, porque
arrastraba conmigo demasiada pena pretérita que no dejaba de querer
ser presente y futura.

La muerte de mi hermana había marcado un antes y un
después en mí.

De hecho también había marcado un final, eso antes
de que Finch impidiera que sucediera en aquel puente.

Después de insistencia y dudas decidí hacer el
trabajo con él.

Al principio todo era callado conmigo, no puedo decir
lo mismo de mi compañero, pues siempre prefería hablar.

Hasta que me hizo preferir responder y no callar.

Y pasó el tiempo, Finch me enseñó sitios, me habló
de la intensidad de los colores

y me alejó de ese puente incluso cuando no estaba
cerca de mí, me alejó de ese puente.

Y me besó, sin previo aviso e inundándome de
sentimientos distintos a la pena por primera vez en mucho tiempo.

No diría que fue el clásico beso de película
romántica, pero fue el beso perfecto, en el lugar y a la hora
perfecta. Y sin dudas con la persona correcta.

Pero Finch era un chico raro.

Él no era alguien fácil, ni tampoco alguien a quien
su alrededor se lo pusiera sencillo,

cómo pude yo no darme cuenta de que mi pena no era
la única existente aquí.

Finch desaparecía cuando las cosas se le
complicaban. Y costaba contactarlo en esos días cuando decidía no
estar.

En esos días yo solo podía usar la opción de
desesperarme por quererlo cerca.

Yo, que tanto me alejaba, ahora me desesperaba por
tenerlo cerca.

Pero me costaba encontrarlo en esos momentos, así
que decidía esperarlo.

Entonces él volvía y fingía que nada había
sucedido, que nunca había desaparecido

y que yo nunca me había sentido así de desesperada.

Hubo un día en el que sin más Finch no volvió.

Él decidió evitar que yo saltara, aun cuando él
estaba a milímetros de la caída.

Y yo no pude salvarlo a él.

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