No había comprendido la diferencia entre un beso y un BESO hasta que la besé. Tal vez las mejores historias jamás tienen un final, pero no, no hablo de rupturas, hablo del final de todas nuestras conexiones energéticas con aquellas personas que nos conectamos, yo estoy muy convencido de que aquellas nunca terminan, solo divagan por alguna otra dimensión sobre la cual jamás podré conocer, pero que por experiencia propia sé que está allí.
Debido a eso, coincidimos con muchas personas a lo largo de toda nuestra vida, dejando un poco de nuestra energía vibrando por dentro de aquellas almas; como decía un viejo compañero, aquellas almas con las que coincidimos, las de ellas y la nuestra son lo mismo. Sin embargo, a lo largo de todas esas conexiones, siempre encuentras una, en la que su energía y la tuya vibran, y sí que vibran, muchos la describen como volar alto, muy alto y no tener miedo a caer, y no porque no vaya a pasar sino más bien porque el miedo y el dolor han desaparecido allí en las alturas. Y entonces, la besas, y te das cuenta de que se puede volar tan alto incluso sin despegar tus torpes pies del suelo, que no necesitas droga alguna que te haga escuchar los colores o ver los sabores, que sus labios y los tuyos ahora son lo mismo, y que abrir los ojos no es definitivamente una opción.
Entre besos y besos, te das cuenta de que pudiste haber tenido millones de otros labios junto a los tuyos, pero jamás tan perfectamente moldeados para ti como aquellos. Luego te das cuenta que ya es muy tarde, que al final te va a doler, pero ya no te importa porque BESOS como aquellos solo ocurren una vez, para recordarte al menos por un minuto que existen besos y BESOS.
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