Arnon, un pueblo muy importante atrajo la atención del Imperio del Rey Enrique. Ahora, ahogados por el Rey, buscaban apresuradamente su liberación.

“Un beso y mi dignidad” pensó Sofia mientras se palpaba sus labios.

-Sí Sofia, es necesario que uses tus dotes de mujer y nos salves de esta penumbra-su hermano Agustín caminaba de un lado a otro. 

-No nunca hermano mio. Estoy esposada con el hombre que amo… he esperado un año para ese importante momento.

-Arturo ¿Acaso es más importante que el emperador? le he prometido mediante cartas que gustaría de ti a cambio de retirar sus tropas. Te desea a tí… los rumores y tu reputación le ha llamado la atención.

-¿Me tomas como ramera?

-Te tomo como nuestra salvadora.

-Gustará de mí para luego burlarse. La muerte me es mejor que eso.

-No es de una princesa el expresarse así.

Aunque las súplicas de Sofia hacía su Padre fueron emotivas  y con una lágrimas. El pueblo reclamó el deber de la princesa mientras Arturo aún la esperaba…. después de un arduo trabajo de 2 años para su conquista. 

-Si he de arruinar mi vida, daré mi primer beso a quien lo merece- Sofia huyó a largas horas de la noche y quebró en llanto ante el destino desalentador. Su alma se angustió e imaginó el suplicio de Arnon. Pero Augustín le salió al encuentro y la tomó por la fuerza. La llevó fuera del campamento del Emperador. La entregó en manos de los guardas y la llevaron prontamente a la tienda.

Aunque Sofía estuviese dispuesta a huir y morir dignamente planeo un plan que a la postrer sería escándalo en todo el país.

La poca luz de las velas dejaba una gran sombra en el rincón del emperador: un hombre alto y pensativo que miraba atentamente sin pronunciar palabra a Sofia. Le señaló con su dedo su acercamiento mientras ella temblaba mirando al suelo. Unas manos frías y largas se deslizaron sobre su piel. El hombre se levantó y la tomó para sí de un solo golpe. La princesa a punto de romper en llanto cerró sus ojos y bajó sus brazos entre sus vestidos: “este será mi primer y último beso”

Labio con labio ella intentaba corresponder pero las imágenes de violencia hacia Arnon , le hizo tomar el puñal que con anterioridad había guardado en sus vestidos. Con firmeza lo llevó muy a dentro del abdomen del hombre. ¡Lo apuñaló! lo rodó con lagrimas y venganza. Pero el pavor la hipnotizó, le quitó el aire, le hizo sentir un tremendo miedo y dolor al conocer su rostro. Un rostro que amó, un rostro que deseo con ansias ver todos los días a su lado, un amor que terminó con un beso mortal.

Aunque la sangre de Arturó se deslizara por sus ropas, le dolía más su amada, su impotencia al no poder explicar su espionaje ante Arnon. Su alma desmayó mientras una rosa caía de su mano.

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