– ¿Tan importantes son los recuerdos mami?
– Depende cariño… a veces no hay nada tan importante como los recuerdos.
Sin poder evitarlo, la pregunta de mi hija consigue que mi memoria vuele hasta ese momento. Casi puedo sentirlo, casi puedo olerlo… Estoy a su lado, con una mezcla de sensaciones, miedo, tristeza, ansiedad, felicidad… Noto como su mano roza la mía, y muy bajito susurra mi nombre para que me acerque. Mis miedos desaparecen, se me paraliza el corazón y rápidamente me acerco a su cara, por mi mejilla cae una lágrima que él seca con su mano.
– ¿Por qué lloras princesa?
Tan solo con esas palabras se desató una enorme llantina en mí, me siento como una niña pequeña, él me consuela, siempre ha sido mi protector, mi hombre, el dueño de mis pensamientos y de mis caricias, pero hoy…
– Cuéntame mi vida, ¿Qué te preocu…
– Estoy embarazada _ le digo a pleno llanto antes de que él termine la pregunta_ lo siento, no sé que como….
Con sus dedos cierra mis labios y captura mi mirada, pero no dice nada, durante unos segundos solo existimos él y yo, su mirada frente a la mía, su valentía frente a mi temor.
Sus ojos negros se adelantan a las palabras creando una capa de agua cristalina que lentamente, se desborda para trazar un camino en su precioso rostro. No puedo dejar de seguir el recorrido de la lagrima hasta que llega a sus labios, es entonces cuando me percato de su sonrisa, ¿está feliz? ¿Cómo puede estar feliz? Yo solo siento miedo… pero mis pensamientos se ven interrumpidos al sentir sus manos en mi nuca, arrastrándome débilmente hasta sentir el calor de su aliento…
– Gracias mi amor
Sin más, un beso se apodera de todo mi ser, el roce de su lengua me hace sentir viva, me agita la respiración, con ansias mordisqueo su labio en busca de más, en busca de su lengua que no me hace esperar y me invita a entrar, a bailar, a jugar, a restregarnos insaciables. Noto el sabor salado de sus lágrimas mezclándose con nuestros besos, esos besos que siempre consiguen despertar el más absoluto deseo en mí.
– Te quiero _ me dice llorando de felicidad_ lo harás muy bien.
– No, lo haremos cariño, no te rindas, no es justo.
Con rabia, me separo de sus besos y retiro sus manos de mi nuca, estas caen agotadas en la camilla y entonces vuelvo a ser consciente de la realidad
– Prométeme algo princesa, si es niña la llamarás Ainhoa
– Claro que si _logro gesticular en medio del llanto_ se hará como su padre quiera.
– Ojala aún esté aquí para cuando nazca. _dice esperanzado_
Con mucho cuidado de no hacerle daño, me recuesto a su lado, apoyo mi cabeza en su pecho y pasamos la tarde imaginando como será nuestra Ainhoa.
OPINIONES Y COMENTARIOS