Con “like»s”, te conocí; distinta a todas las chicas que me seguían en Instragram; gafas grandes, cabello negro hasta sus hombros, mirada tierna y sonrisa inocente. Su nombre era Kat.
Yo soy Josh, un joven rebelde y soñador, que un día decidió escribirle a Kat, a esa niña que seguía mis historias, “Hola”. Pasaron pocos minutos, y ella responde; “Hola”.
Fue el inicio, sin saber, de una hermosa historia
A través del WhatsApp, empezamos a compartir música, fotos, pasatiempos, hasta que llegó ese día en pedirle una primera cita. Oh si! … a la antigua y ella aceptó.
Sábado, centro comercial, 6:00 de la tarde, la esperaba en la entrada. A lo lejos veía, esas grandes gafas que se acercaban a mí.
Ella era mucho más hermosa de lo que había imaginado. Con unos tenis blancos, jeans cortos y una pequeña camisa de encaje blanco. Era perfecta. Sólo dije, “Hola, como estas”, “gusto en verte”.
Comimos pizza y luego fuimos al cine.
Terminó la noche, nos dijimos lo bien que la pasamos y nos despedimos. Fue la primera cita mágica que pasé con Kat y me di cuenta, que era una super niña hermosa y que teníamos muchas cosas en común, gustos y pasatiempos.
Pasaron los días y seguimos saliendo, cenas, cine, algunas reuniones con mis amigos, con los que hizo un click instantáneo.
Ya desde hacían meses, escuchábamos que varios países de Europa, estaban siendo atacados por un virus, que al parecer era mortal, pero estábamos al otro lado del océano, no habían probabilidades de que llegara acá.
Sábado en la tarde, la invité a ver películas a mi casa, donde vivo sólo con mi madre, quien la adoró. Esa noche, vimos la Saga Crepúsculo, escuchamos música y hasta jugamos videojuegos, definitivamente teníamos mucho en común.
Pasadas las 12:00 media noche, ya tiene que irse, su padre la espera en casa.
Salimos a esperar el Uber que la llevaría, y al momento de despedirnos, ella se acercó a darme un beso en la mejilla y yo, de forma muy atrevida, di un giro a mi rostro, para darle un beso y sentir sus pequeños labios; pero lo único que conseguí, fue tirar sus gafas.
Me incliné a recogerlas, sin pensar que Kat haría mismo y chocamos ahí nuestras cabezas, quedando ambos sentados en el suelo, muertos de risa; era como una película de comedia.
Llegó el Uber y de la manera más sencilla y rápida, sin planearlo, chocaron nuestros labios, sintiendo a penas los delicados labios de Kat. Y así fue nuestro primer beso.
A los dos meses llegó el virus mortal que estaba azotando a Europa, a mi país, lo cual nos obligó a distanciarnos, a vernos poco a través de la pantalla de un celular.
Pero gracias a ese beso torpe, que nos llena de risas cada vez que lo recordamos, hoy a casi un año de conocernos, a pesar de la Pandemia por la que sufre el mundo, es nuestra perfecta Historia de un Beso.
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