Mientras escribo podría poner alguna canción de fondo, pero creo que en esta ocasión me basta con escuchar el canto de las aves al son de la lluvia caer.
Si hago memoria podría decirles lo apasionada que era al estar con alguien, por cada rompimiento lloraba como si el mundo fuera a acabarse, era de aquellas muchachas inocentes, tiernas y muy enamoradizas, tiempos aquellos. Tenia 18 años, yo estaba en la universidad cursando los primeros ciclos de mi tan querida carrera de psicología.
Una tarde mientras el agua hervía para prepararme un café pasado después de toda una mañana de haber rendido exámenes, yo solo quería relajarme escuchando canciones desde mi laptop, puse la canción it will rain de Bruno Mars en youtube, mientras la escuchaba revisaba las redes sociales hasta que vi una solicitud de amistad de alguien que no conocía pero que si teníamos muchos amigos en común. Lo dudé, pero al ver su perfil: Octavio De la Cruz, vive en Huancayo de Perú, tiene 21 años, hice click en sus fotos, era un joven de tez clara, cabello corto de color castaño oscuro, ojos muy redondos. Seguí viendo las siguientes fotos y me pareció que conocía a su familia, decidí consultar a mis padres que se encontraban en la sala viendo una película, tuve que interrumpirlos. Me acerqué a ellos y mencioné su nombre, !mis padres lo conocían¡, hablaron mil maravillas de él, aun así no me parecía un chico atractivo ni interesante; yo en ese momento estaba en duda pero pensé en que no estaría mal solo como amigo. así que acepté.
Desde ese día las notificaciones con su sonido singular de mensajes no dejaron de llegar.
Quedamos en salir una noche del viernes con mi grupo de amigos. Eran las 8 de la noche, escogí un jean hasta la cintura color celeste mas una blusa en V con mangas cortas y sin faltar, tacos con plataforma además de mi cartera morada, me delineé los ojos, me puse rímel en las pestañas y un poco de brillo labial; ya estaba lista. Salí de casa, hice parar un colectivo para llegar al punto de encuentro con Octavio, después de 10 minutos, llegué. Al bajar del auto, ahí estaba él, con su casaca de cuero, una polera y unos jeans oscuros … estaba esperándome; comencé a sentirme nerviosa, mis piernas temblaban, tenia ese cosquilleo en el estómago … porque él ya me gustaba.
Eran las 2 de la mañana, hora de volver a casa. Nos despedimos del grupo, él me tomo de la mano rumbo a tomar el taxi, abrió la puerta del auto amarillo y subimos. El señor comenzó a conducir, yo bostece y él dijo: recuéstate, extendió su brazo; me acomodé. En ese instante pude sentir su corazón acelerado, me preocupó; alcé mi mirada hacia él y puse mi mano en su pecho para preguntarle: ¿Te sientes bien? …
¿Acaso mis labios pedían sus besos?. Yo no lo esperaba, aunque mis gritos en silencio lo deseaba, mi cuerpo lo llamaba, mis ojos lo incitaban a que me de … el dulce beso de viernes.
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