Le miré con ternura y él se acercó horriblemente a mí. Con la noticia del coronavirus difundiéndose nadie sabía muy bien que hacer. Me detuve porque no estaba segura si era buena idea darse un beso. Comencé a temblar. Nos habían dicho que se contagiaba mucho y que era más que una gripe pero la alarma sanitaria parecía quedar muy lejos de nosotros, en una ciudad china. A mí hasta ese momento todo me había parecido una gran exageración, ¿de verdad era para tanto?
Me detuve ante el inminente beso en los labios y varios pensamientos atravesaron mi mente a gran velocidad. ¿Y si esa persona estaba enferma y no lo sabía? ¿Y si había estado en contacto con alguien asintomático y me lo pegaba a mí? Era verdad que mucha gente tenía solo síntomas leves pero también era verdad que para otros suponía la UCI e incluso la muerte. Pero echarse atrás tampoco parecía buena idea. Este chico me gustaba de verdad. Me atraían muchísimo sus ojos castaños y ese aire tan masculino y desenfadado que tenía. ¿Y si se tomaba a mal que no le diera un beso? Desde luego, si no le devolvía el beso entonces poco más iba a esperar de mí en el futuro en términos de mayor intimidad. Pero tampoco le conocía muchísimo para saber qué rondaba por su linda cabecita. ¡Ay! ¡Qué dilema!
Con la velocidad de un estornudo tuve que tomar una decisión sobre si devolverle el beso o retroceder bruscamente antes de que sus labios encontraran los míos. Fue un instante muy largo, casi más que la cuarentena posterior.
Decidí devolverle el beso. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo ante la idea de la muerte y también la de sus labios rozando los míos. Fue un beso soberbio, colosal, de los que te remueven el alma. Total si enfermaba no me habría quedado con las ganas. ¡Qué gran error!
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