Las fotos mienten, la gente miente.
En un mundo post-guerra lleno de algarabía, esta imagen tomada por Eisenstaedt hizo historia. Sin embargo, poco se sabe sobre lo que verdaderamente ocurrió con los protagonistas de la misma.
¿Acaso se conoce que la mujer no era siquiera pareja del furtivo ‘besador’? Estimo que no. Para más datos, agrego… ¡ni siquiera lo conocía!
Incluso, el muchachote tenía novia, que dejó plantada en el cine con tal de poner la caripela en los festejos de final de la guerra, borracho a más no poder. Poco importó, tanto a él como a tantos otros, las dos bombas atómicas. En definitiva, los japoneses se lo habían buscado con lo de Pearl Harlbour. ¿O no?
Pero volvamos al «beso». Pareció profundo eh. Sí, muy sentido.
Error grave, se equivocan. Conforme a los lineamientos patriarcales de la época, el tipo solo tomó a la primera chica, linda sí, que se le cruzó, para violentarla con un beso que ella nunca pidió. O asintió.
Por aquellos años, ser mujer no era fácil. Si se era feminista, una tenía que decirlo en voz baja, no vaya a ser cosa de asustar a los hombres, para que luego te rompan la cara. O te metan la lengua hasta el diafragma, solo porque sí. Como se señala en la nota que agrego en comentarios, fue «un acto público de agresión sexual». Se trató a Zimmer, tal era su nombre (auxiliar de odontología), como una cosa y no como un ser humano.
«Toda la historia de las mujeres la han hecho los hombres» (S. de Beauvoir, 1949). Sabia frase. Real. Por años se escribieron miles de palabras bajo tal orden. Y si se deseaba expresarse, pero se tenía la desgracia de nacer con ovarios, se le pisoteaba. Maltrataba. Ocultaba debajo del tapete. Como basura.
Sin embargo, no era suficiente para ellos. Se fue más allá: se toleró, apoyó y sugirió, con orgullo y sin tapujos, un modelo que castigaba a una gran parte de la sociedad.
Como hombres, fuimos cómplices. No solo a causa de nuestro accionar, ya sea realizado con dolo, ya con culpa; mucho tuvo que ver la insulsa omisión: el callar, dejar pasar, no hacer nada. Mode Poncio Pilato «ON».
Hoy, todo ello está cambiando. Pero bien se sabe, los viejos dinosaurios siguen vivos, y luchando para que sus ideas misóginas y retrógradas se sigan perpetuando. Allá ellos. El meteorito del feminismo está llegando, e irreversiblemente va a causar su extinción. Podrán aceptarlo, o no, pero es inevitable. Para ellos, los que siguen creyendo en el hombre-macho, el dolor va a ser terrible. Sin embargo, va a ser hermoso estar presente cuando suceda, y por supuesto, ser parte de ello.
Citando a Rosario Castellanos:
Ese «otro modo de ser» es aquel que vino para quedarse. Para nunca irse…
* * * * * *
No es el fin…
Se trata de un pasito más, otro adelante, en el continuo e irreversible camino hacia la EQUIDAD.
OPINIONES Y COMENTARIOS