Martín señala una de las revistas del estante del fondo. El dependiente se gira y alarga el brazo. La mira durante un momento y vuelve la vista hacia el chico.
—Cuántos años tienes.
—Diecisiete para dieciocho.
El hombre se queda quieto, sujetando la revista con la mano. Martín saca un paquete de Lucky y coge un cigarrillo. Se lo lleva a la boca y lo enciende. Aspira y tose. El hombre sonríe.
—Está claro que tienes pelotas —dice soltando la revista sobre la mesa—. Son 500 pesetas.
Martín abre el puño y deja caer un montón de monedas sobre el mostrador. Coge la revista y la esconde en la vaquera. Sale de la tienda y aplasta el cigarro contra la acera. Josete aparece desde la esquina y se le acerca por la espalda.
—Te dije que funcionaría.
—Dónde la probamos.
—En casa de mi abuela —dice Josete limpiándose los mocos con la manga—. Hoy tiene cardiólogo.
Avanzan por la calle y cruzan la esquina. Sacan las llaves y abren el portal. Suben las escaleras y entran en la casa. Van hasta el salón, desabrochan sus cintos y se bajan las bermudas. Abren la revista por el desplegable y la dejan sobre la mesa. Después de un momento, Martín desvía la vista.
—Josete.
—Qué.
—La foto.
—¿Qué?
—Tu abuela. Nos está mirando.
Josete se levanta y coge el retrato del armario. Lo deja sobre la mesa y sujeta la revista encima.
—¿Contento?
Continúan. Martín suspira al cabo de un rato.
—Ahora qué.
—No puedo.
—Claro que puedes.
—Es la cuarta de hoy.
—Espera. Tengo una idea.
Se levanta y va hasta la ventana. Corre las cortinas y baja la persiana. Se acerca al tocadiscos y pincha el de Queen. Sube el volumen y apaga la luz.
—Te parecerá una locura, pero te juro que funciona.
Josete acerca su cara a la de Martín y le da un beso en la boca.
—Qué coño haces.
—Si no nos vemos no es de maricas.
—¿Seguro?
—Mis hermanos lo hacen todo el rato.
—Venga.
Comienzan a besarse y alguien abre la puerta. La revista se desliza. Se cae al suelo. Entonces una luz. Con la foto de la abuela sobre la mesa y Freddy cantando Mama, Martín y Josete miran hacia la puerta.
—¿Josete? —dice su abuela, agarrándose el pecho.
—Lo juro —grita Josete—. Es la primera vez que me pasa.
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