ABUELA Y MATRONA

ABUELA Y MATRONA

marcos collazo

13/04/2021

ABUELA Y MATRONA

Mi madre próxima a cumplir 98 años es la matrona de una familia que es bastante numerosa. Dio a luz nueve hijos, seis hembras y tres varones. Tiene 40 nietos, pasa de 50 bisnietos y los tataranietos son 10 y en aumento. A lo largo de muchos años ella simboliza y representa la unión de nuestra familia Collazo Márquez desplegada por toda Venezuela. Ella reside en los andes venezolanos, en la ciudad de San Cristóbal y cada vez que nos logramos reunir junto con los primos llamamos estas reuniones Las Collazeras, pasando fácilmente de 100 personas sin tener ningún invitado solo familia. Estas oportunidades son aprovechadas para conocer los nuevos miembros que se incorporan bien sea por algún matrimonio o los nuevos nacimientos ocurridos recientemente lo que ayuda a preservar la unión familiar.

Mis recuerdos me llevan a los días que vivíamos en Guasdualito, estado Apure, en los llanos venezolanos. En este pueblo teníamos la única panadería que había y era atendida por todos nosotros con la ayuda de tres panaderos que participaban en las áreas más duras de la elaboración del pan. Mi madre elaborara algunos ponqués y quesadillas que salíamos a vender mi hermano mayor y yo, para esto usábamos una bicicleta de reparto con cestas en la parte delantera donde llevábamos toda la mercancía a vender. Todo lo recaudado en las ventas lo administraba ella con mucho criterio de ahorro y nos daba una pequeña recompensa por el trabajo de ventas que hacíamos. Ella me cuenta que en una oportunidad mi padre, que era muy enamorado se fue para otro pueblo siguiendo una mujer que le gustaba, ocasión que ella aprovecho para dejarlo, idea que había pensado muchas veces y esa fue la mejor oportunidad para realizar lo que tenía planeado. Para poder hacer esto les comunico a los panaderos que había comprado suficientes insumos para trabajar sin problema por el tiempo suficiente para que llegara mi padre y se hiciera cargo del negocio. Igualmente llamo a una amiga muy querida por todos nosotros para que cuidara a mis hermanos menos la hembra mayor que se había casado y vivía con su esposo en otra casa aparte.

Para concretar la decisión tomada viajo a San Cristóbal por carretera, en este viaje fui el único que la acompaño y era época de verano pues la carretera de tierra solo se usaba cuando no era temporada de lluvia. Al llegar a San Cristóbal nos quedamos en casa de la mama de mi padre, la abuela Andrea. El siguiente paso que hizo fue contactar a las personas que le vendían los insumos para la panadería para explicarle la idea que tenia de conseguir un negocio que se pudiera comprar para lo cual había traído veinticinco mil bolívares que había reunido para su plan. Al pasar los días y habiendo visto varios negocios se decidió por un hotel que vendían y estaba totalmente operativo. Instalados en el hotel llegaron el resto de mis hermanos para administrar conjuntamente toda la actividad en el nuevo negocio familiar. Por eso todas ellas son muy buenas cocineras les toco por obligación aprender en la cocina del hotel donde se servían las tres comidas para las personas hospedadas. Yo me hacía cargo de ir todos los días al mercado para comprar algunas verduras y hortalizas que se consumían en el hotel. A veces me rebelaba pero siempre era controlado por la postura férrea de mi madre, como un día que le dije que me iba de la casa pensando que de repente ella se pondría triste y lloraba, al contrario lo que hizo fue que me tiro toda la ropa a la calle y a mí también sin antes haberme dado una golpiza. Solo me toco decirle que no aceptaba una broma y entre con la cabeza baja y la ropa bajo los brazos.

Otro día desapareció el televisor que recién se había comprado y era la atracción principal en las noches para los huéspedes y toda la familia. Al parecer una persona que se hospedaba allí lo robo en la madrugada, ella puso la denuncia a la policía y los cuerpos de seguridad lograron dar con el ladrón pero sin confesar donde estaba el televisor. Ella pidió que la dejaran conversar con el acusado y al poco rato salió diciéndoles a los policías donde estaba el aparato que fue recuperado antes de que lo pasaran para Colombia, ya que lo tenían empaquetado y listo para ser llevado al vecino país.

En la época decembrina nos llevaba para la ciudad de Cúcuta en Colombia, situada a una hora de San Cristóbal, nos compraba ropa y zapatos para los estrenos de diciembre. Lo que no me gustaba era que tenía que vestirme con todo lo que me compraran, imagínense dos pantalones y dos camisas y un par de zapatos nuevos, todo para que en las alcabalas del camino no nos quitaran lo que uno llevara pues muchas veces en esos puestos de vigilancia le quitaban a la gente algunas pertenencias que llevaban en maletas o bolsas. A veces en la tienda nos mandaba a quitar todo lo que teníamos porque no llegaba a un arreglo con el vendedor por los precios que ella ofrecía y lo que ellos querían por la venta, se daba el caso que el vendedor la seguía hasta cien metros antes que se metiera a otra tienda y le aceptaba el precio que ella quería, lo que nos tocaba era volver a vestirnos con lo que se había escogido. Además compraba muchos víveres para el consumo en el hotel ya que eran muchos más económicos y se aprovechaba el cambio de los bolívares a peso que en esos tiempos salían favorecidos los venezolanos por el diferencial.

En algunas oportunidades se hacían fiestas para celebrar algún acontecimiento y lo que faltaban siempre era parejos para las muchachas pues ellas les gustaba bailar mucho, para esto se unían los huéspedes del hotel que por lo regular eran estudiantes o personas que trabajaban en la zona.

Siempre ella dirigía toda nuestra vida como una madre de actitud férrea y vigilante, de los nueve hermanos la hermana mayor se había casado y vivía en otra ciudad, por lo que tenía al cuidado además de los tres varones, las cinco hembras solteras que dormían en una sola habitación con ella, mientras que los varones dormíamos en otra habitación. A los años el destino quiso que dos de mis hermanas se casaran con personas que vivían en el hotel, formando una familia por separado

Su trabajo diario era atender el hotel inclusive muchas noches recibía huéspedes ya que había un timbre para las personas que llegaban en la noche. Durante esos años conoció un señor que la enamoro y decidieron casarse, sin embargo no resulto la nueva vida de casada por que el nuevo esposo solo se preocupaba de leer la biblia y todo lo que pasaba o ella hacia él lo ubicaba en las escrituras de la biblia hasta que no lo aguanto y lo boto quedándose sola.

Al pasar los años negocio el hotel, ya todos los hijos tenían su hogar formado y estaban viviendo en varias ciudades de Venezuela, lo que facilito que viajara para visitar a su familia que estaban fuera de San Cristóbal, en una oportunidad regresaba con un sobrino de uno de sus viajes y por el camino habían problemas con el suministro de gasolina. El sobrino hablo con un policía y le dijo que la abuela se sentía mal y ella ni corta ni perezosa puso una cara de enferma, esto provoco que el policía le cediera el paso para que surtieran combustible. Ella nos contaba después lo sucedió y todos nos reíamos de lo buena actriz que era.

Le gustaba mucho viajar, por esos tiempos cualquiera de nosotros la llevaba de viaje a muchos lugares de Venezuela bien sea para el centro o al oriente del país. También mis hermanas la acompañaban en varios viajes que hizo al exterior como fue en cierta oportunidad a Colombia y a Estados Unidos, siempre disfrutaba de estos viajes aunque algunas veces quería regresar a su casa por la preocupación de las plantas que tenía y que atendía diariamente cuando estaba en casa.

Otro de los aspectos que siempre atendíamos era su cumpleaños el 11 de Noviembre, por esto aprovechamos para hacer las collazeras cuando cumplió los sesenta, setenta, ochenta y noventa años. Para estas celebraciones toda la familia estaba pendiente con suficiente anticipación de tal manera de poder participar con todos nosotros. Una sola vez se hizo fuera de San Cristóbal. Fue para los setenta años y se realizó la reunión en la Ciudad de Acarigua, estado Portuguesa donde yo residía. Para esta oportunidad conseguí prestada una finca donde pudimos realizar la misa de acción de gracia y la recepción con música lanera y carne en vara, tradición de la zona de los llanos venezolanos.

Sin duda alguna otra fecha memorable fue la celebración de su cumpleaños noventa, una gran cantidad de familiares de todas partes de Venezuela y otros que estaban en el exterior se dieron cita para celebrar tan grande acontecimiento, esta vez en San Cristóbal. Temprano en la mañana de ese día se celebró una misa de acción de gracia en la iglesia de las carmelitas descalzas que facilitaron el templo dado lo importante de la fecha que celebrábamos, lo que resultó en una ceremonia muy gratificante y emotiva. Luego nos reunimos en los salones de un club de la ciudad, cedido por los socios, aproximadamente asistieron doscientas personas entre hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y los primos Collazo que son la familia que queda de mi padre. Allí hubo música en vivo y todo giro alrededor de la mama que por supuesto bailo con todos los presentes como era una costumbre en la familia. Lo bueno de hacer reuniones numerosas es que tenemos mesas y sillas propias que fueron adquiridas por todos nosotros para esas ocasiones de celebración Esa ha sido la reunión más numerosa de las famosas collazeras.

Toda la familia está preparada para celebrarle el centenario en pocos años si dios nos la mantiene viva y nos deje seguir disfrutando de su compañía. Mientras tanto ella está en su casa al cuidado de una señora que tiene varios años con esa misión, pero siempre con tres de mis hermanas que viven en la zona y se turnan para estar pendientes del quehacer diario de la mama y comunicarnos a los demás, que estamos en otros sitios del país, del desarrollo de la actividad diaria de ella.

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