De pronto me acuerdo de ella, estuve un tiempo largo viviendo con las dos, al recordarlas intento entender y comprender por qué. Ella es una mujer que ya paso las 8 décadas, y por lo que escuche muy sufrida y muy dura, de carácter fuerte y un tanto agresiva, debió ser que la vida o ella misma se culpaba y no supo perdonarse nunca, eso sí estoy seguro que era muy linda, lo digo porque con su edad aún mantiene esos rasgos de reina, digo reina no por decir algo, lo digo sencillamente por sus conversaciones en donde recordaba ese evento con gran nostalgia, decía ¡yo fui reina de mi pueblo!, siendo adolescente y me llamaban ¡La Reina Isabel!, yo le decía que era la reina de la sandía y se sonreía.
Yo ya la conocí con Alzheimer o por lo menos ya se pronunciaba fuertemente la enfermedad, repetía y repetía todas las cosas y llamaba a su hija intermitentemente con excesiva ansiedad, “Mary, Mary, Mary”, muchas veces que incluso nos inundaba una gran pena y otras nos hacía reír.
En principio hablaba de su familia de infancia, recordaba con extrema necesidad a su Padre, era curioso porque rara vez mencionaba a su Madre, incluso tenía más recuerdos de sus hermanos, tíos y tías, recordaba un hecho puntual y doloroso en donde descubrió a su Padre besándose con otra mujer, esto al parecer le trajo una serie de traumas, desconfianzas, culpabilidades y temores en su vida de casada, no podía soportar la infidelidad y la mentira, al grado que un día cualquiera una gota de color labial en su camisa blanca rebalso la fuente, y por más simple que parezca ese mismo día echo a su consorte de la casa, rompiendo un matrimonio de tres hijos y al menos varios años de un duro trabajo emocional, dos varones y una niña pequeña a la que hoy llama Mary. En todo caso el esposo no era un santo inocente al cual se le podía confiar una fidelidad, más bien fue un castigador de formación militar y machista, que la hizo rechazar el amor de otros galanes, tal vez fue por miedo o posiblemente por amenazas, es lo que todos pensamos, puesto que tuvo diversas oportunidades de rehacer su vida, era guapa, educada y de profesión enfermera quirúrgica, es decir médicos nunca le faltaron, pero se negó al cuidado de uno, en particular hablaba de un tal doctor Rojas, y se sonrojaba y se reía, al mismo tiempo coqueteaba, esto es tan natural en ella que nos encantaba hacerla hablar de su vida, sobre todo este tema.
Cuando llego a nuestra casa Mary ya tendría alrededor de 38 años y yo unos cuantos más, curiosamente nunca planificamos esta llegada, pero fue producto de una enfermedad estomacal en donde descubrimos no se alimentaba bien a pesar que vivía o estaba al cuidado del hijo del medio. Esa noche corrimos al hospital a ver que sucedía, siendo que vivíamos a más de 100 kilómetros de distancia, una vez que convenzamos con los doctores Mary y yo tomamos la firme decisión de llevarla con nosotros, no importando la opinión de nadie, fue así como comenzó esta gran historia de la Reina Isabel de Paine, Paine era el nombre de su pueblo. Conocido por la calidad de sus sandias.
Llegando a casa obviamente tuvimos un cambio radical en todo, estábamos acostumbrados a estar solos, teníamos una relación de 10 años y sin hijos, y nuestra vida residía en el cuidado y bienestar de ambos únicamente. En principio los cambios se fundamentaban en su alimentación y el estado de su limpieza personal, mayor problema no se veía salvo que no la podíamos dejar sola. Como trabajábamos los dos, en principio la dejábamos al cuidado de la señora que hacia el aseo, sin embargo al poco tiempo la enfermedad se pronunciaba en forma brusca y comenzó con lagunas y perdida de movilidad al grado e incluso de no reconocer los utensilios para comer, y su vista y visión en particular tuvo un cambio feroz e inesperado, de tener una luz y una mirada transparente que describía un jardín de girasoles brillantes en dirección al sol, esta se nublo, se opacó, se desfiguro y se presentó tristemente otra mujer. con los ojitos perturbados, sin saber dónde estaba y sin reconocer quienes éramos nosotros, esa situación calo hondo en el ambiente, sobre todo en Mary, fue como un estallido que oscureció su alma, se llenó de penas, angustias, interrogantes, era como si la enfermedad se transmitiera en el acto mismo y las secuelas infectadas se manifestaban en presencia de todos con desesperación, demoliendo el entorno familiar, ese cambio o esa escena la vi como un espectador asustado, aterrorizado que estaba sentado en primera fila del teatro, en una butaca con cinturón de seguridad que me impedía moverme, de ahí en adelante la perdí, no fui capaz en el tiempo de sacarme esta atadura y contenerla o al menos comprenderla, este hecho convirtió el bienestar de su madre en una obsesión, y quien podía cuestionarlo, por lo menos yo no.
Todo esto nos llevó a buscar opiniones de profesionales y una cuidadora especializada, de ninguna manera Mary estaba dispuesta a llevarla a una casa de reposo o algo similar en contribución, yo preferí respetar su sedición y mantenerme en mi butaca como espectador, esto no iba con sus creencias y de alguna manera pensaba que incluso era hasta una traición tener ese tipo de pensamientos. Bueno, en toda esta experiencia descubrimos que hasta las cuidadoras necesitaban algo más que vocación o técnicas de referencias, necesitaban tener amor y mucho, eso hizo que desfilaran por nuestra casa montones de niñas y mujeres de todas las edades, Mary no estaba conforme con la intención que estas ponían, yo le repetía que nadie podía cuidarla como ella, era imposible que pusieran la pasión que ella y solo ella tenía por su progenitora, ni siquiera yo era capaz de tal hazaña.
Tal hazaña estaba a punto de morderme la lengua, se estaba alineando en alguna parte, en algún confín, y sin tener ninguna sospecha de todo lo que se podía venir, estando acumulados y recargados, después de varios meses de lidiar con la situación, el avance progresivo, la decadencia, el stress, el desgaste, se nos vino la pandemia, y la cuarentena era interminable, esto termino por desmoronar el obelisco que llevábamos en la espalda misma, por lo menos esa era la sensación, se fueron las cuidadoras, el negocio hubo que cerrarlo, debíamos estar en casa, porque el destino me estaba despojando de la primera fila, se me soltó el cinturón por arte de magia, la butaca desapareció y fui empujado al centro del escenario con las luces en plena cara, ofreciéndome un contrato como primer actor.
Había que hacerse cargo ambos, nos turnábamos en todo, caminatas y conversaciones por el pasaje, digo conversaciones porque en general eran solo monólogos o temas sin razón, solo preguntas y respuesta ambiguas, se trataba de establecer cierto grado de conciencia y lucidez, trabajo que le vimos hacer a sus curadoras. La comida era un tema que generalmente lo hacía yo, en verdad era de mucho agrado para mí y me entretenía, solo que la pega era hacer comida para la reina Isabel y nosotros por separado, pero eso era un pelo de la cola. Los ejercicios y el baile eran otro tema, pero lo que más la despertaba y la llenaba de ánimo y energía era la música, descubrí que para algunas ocasiones como por ejemplo comer, tenía que ponerle música clásica y tarareaba con André Rieu, y al mismo tiempo me recibía la comida en la boca. Si estaba ida y sin ánimo, era claro que la música sería un rock and roll, pero su favorito y nunca fallaba era Elvis Crespo, si hasta cantaba con “Tu Sonrisa” o “Suavemente”, era un chiste ese momento y lo disfrutábamos bailando y cantando todos en la cocina generalmente. Si estaba de mal genio o muy subida de tono, mi truco era ponerle a Sandro, Raphael, Adamo y Leo dan, eso hacía que su mente se trasladara en el tiempo y lo interpretara como algo romántico o algo delicado, y su actitud cambiaba de un estado agresivo a un estado de pena y melancolía, que incluso lloraba, bueno de ahí era más fácil llevarla a otro nivel. El aseo personal y el prepararla para dormir hasta ese momento era exclusividad de la Mary.
Después de un año encerrados, sobre todo nosotros y en gran razón por la responsabilidad adquirida, hubo que enfrentar otra realidad, la economía de la casa se nos vino abajo, los ahorros se estaban agotando, teníamos que hacer algo, el riesgo era inminente y muy peligroso pero era una cosa o la otra, quedamos de buscar trabajo ambos y el primero que encontrara debía tomar el riesgo y salir a la calle o lo que fuera, tampoco las cosas estaban fáciles para nadie, después de varios meses e intentos sin resultados la Mary logra una entrevista, el cargo era representante de ventas en una fábrica para puertas y ventanas, afortunadamente estaba a 10 minutos de la casa en auto, el horario era presencial de 08 de la mañana hasta las 18 horas, recuerdo que después de la entrevista la llamaron un día viernes en la mañana para que se presentara a trabajar el lunes próximo a primera hora, en ese momento hubo un espacio de cierta alegría y al mismo tiempo una descarga de pensamientos contradictorios en el sentido de que yo sería el encargado de la reina Isabel, solo y gran parte del día, de alguna manera ya conocía todo lo relacionado salvo y ese salvo me hizo tener escalofríos en todo el cuerpo, debía estar dispuesto a lo que nunca hice antes, llevarla al baño en cuanto se levantara y limpiarla, porque ella no podía sola.
Después de enfrentar mis miedos y forcejeos con mis pensamientos y pajas mentales en cuanto a esa situación, y que no me vengan nauseas u otro tipo de sensaciones, es que la Mary me animo a hacerlo y que ese fin de semana me explicaría y enseñaría todo al respecto. Deje los escrúpulos de lado y lo hice ese día sábado en la mañana, todo indicaba que podría cumplir con mi función, ya que era lo único que nunca hice.
Afortunadamente la reina Isabel por su estado no gozaba con ningún tipo de prejuicio ni obscenidades, ni nada que se le parezca, lo que facilito todo.
Al pasar las semanas note que la Mary entro en un estado de stress y comenzó a criticarme los métodos que yo utilizaba con su madre, al grado de discutir en cual o qué tipo de silla la sentaría para comer, fue tan frustrante el hecho que la encare y le dije que si no le gustaba mi forma lo viera ella y yo daba un paso al lado, fue tanta su indignación que el tono entro en otra dinámica y se desato todo lo acumulado por meses o tal vez por años, llegando incluso al arrebato de echarme de la casa, esa misma noche incluso con toque de queda le pedí a un amigo me recibiera, temprano en la mañana me vine a la casa de verano en la playa, después de algunos meses escribo este relato con una tremenda pena, pena que tendrá que pasar, tomándome una copa de vino en honor a la reina Isabel, ¡un salud por ella!, posiblemente ni cuenta se dio que me fui.
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