Marzo 3 de 2021
En menudo aprieto me ha puesto esta convocatoria. Parecía fácil, y no lo ha sido para nada. He pasado varios días pensando en alguna historia que se ajuste a lo solicitado y nada me parece adecuado. No sé si les habrá sucedido lo mismo, pero mis primeros pensamientos fueron escribir sobre la soledad, los dolores de huesos al caminar, o acerca de recuerdos nostálgicos, de amores que no se pudieron concretar o de los probables temores de sufrir el mal del olvido, y peor aún, ser incapaz de controlar el esfínter. También pensé en un relato sobre ancianos en un asilo, esperando con ansias las visitas cada vez menos frecuentes de sus familiares.
Pensé también en escribir sobre la preocupación que me genera el mundo violento y frio que espera por mis nietos.
O tal vez, siendo más optimista, escribir sobre la sabiduría que otorga la vejez, pero seamos realistas, nadie piensa “oye mira un anciano, cuanta sabiduría habrá acumulado, vamos a enriquecernos con su saber”, no, eso no sucede, solo vemos a un anciano lleno de achaques, con olor a viejo y con la mirada perdida en la distancia, quizás recordando historia añejas que nada nos importan.
Y pienso en sus días, en esas interminables horas de desvelo que empiezan muy temprano, donde el sueño se aleja puntual al filo de la madrugada, quedando solo en compañía de sus pensamientos, acostado quizás por obligación, para no despertar a los demás, suplicando que el tiempo corra veloz sin saber exactamente para qué.
¿Se convertirán en eternos esos días en que no hay nada que hacer?
Solo pensar… pensar… y recordar esos días de juventud en que se sintieron los reyes o reinas de la colina, y hoy después de tanto tiempo, y que en realidad con el paso de los años sabemos, que es solo un suspiro en el reloj cósmico, me pregunto: ¿Sentirán esas mismas ansias de correr, de saltar, de nadar, de hacer el amor con locura? Aborreciendo quizás ese cuerpo desgastado que ya no lo permite.
Y todos estos pensamientos me han atemorizado.
¿Eso es lo que me espera? ¿Así viviré los últimos años de mi vida?
Me veo a mi mismo en la plaza buscando la calidez del sol que espante ese frio que parece ser amigo obligado de mis huesos y piel arrugada, sentado en una banca tirando migas a las palomas mientras el mundo avanza sin percatarse de mi obligada soledad.
Creo que es suficiente por hoy, sé que me espera una larga noche.
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Marzo 4 de 2021 (madrugada)
He despertado de golpe, con la respiración agitada y los latidos del corazón retumbándome en la cabeza. En mi sueño un niño acaba de nacer, yo estoy presente en el parto y lo primero que hago es mirar la hora en mi reloj. Y ese movimiento reflejo, es similar a la sensación de terror que me produciría estar a punto de caer por un despeñadero.
Tomo un vaso de agua para intentar calmarme.
Retomo mis apuntes y sé que no es un buen momento.
Para darme valor, pienso que es hora de enfrentarme a mis propios demonios. ¿Pero cómo hacerlo? si mis pensamientos se encuentran alborotados por la reciente pesadilla.
¿Por qué he mirado mi reloj?
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Marzo 24 de 2021
Han pasado varios días y hoy he tenido tiempo de volver a escribir. Hasta hace poco un día más era irrelevante, pero ahora, pensar en eso me hace sentir un poco más viejo.
Estoy durmiendo menos ¡mierda! eso también les pasa a los viejos.
Mmhhh, creo que será todo por hoy, mi humor ha cambiado repentinamente.
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Marzo 30 2021
Después de haberme mirado al espejo con atención, llevo varios días reflexionado y he llegado a la conclusión de que es bueno volverme amigo de la vejez. Sería estúpido no hacerlo, es tiempo de aceptarlo. Hace ya unos años que empecé a caminar por el descenso en la curva de la vida.
Aunque aún me siento vital, lleno de vida y energía, no puedo evitar reconocer que no solo el cabello de mi cabeza está llenándose de canas.
Abril 4 de 2021
He estado pensando en el pecado. Todos lo somos al momento de nacer según una religión, aunque yo nunca podría ver pecado en ningún niño, pero en fin, no es eso a lo que iba.
Creo que la naturaleza es sabia, el paso de los años nos permite alejarnos de los “ pecados capitales”, por lo menos de cinco, ya que la “pereza” parece ser compañero habitual en nuestros últimos años, y probablemente “la envidia” al ver esos cuerpos lozanos y juveniles de las nuevas generaciones.
Pero la “lujuria” es una vieja compañera ya olvidada, “la soberbia” y “la ira” está reducida y maniatada en un viejo baúl del que nunca podrá liberarse y «la avaricia», sería solo para los imbéciles preocupados de riquezas materiales cuando ya están en el cercano camino a descansar eternamente en un esmaltado féretro.
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Abril 10 de 2021
Dicen que cuando uno está muriendo, pasan todas las imágenes de nuestra vida. Bueno, yo me estoy anticipando a ese momento.
Me dijeron que soy del signo Aries por el mes en que nací. ¡Por algo será, digo yo!
Mis padres con escasa educación vivían en la periferia de la gran ciudad.
Se consideraban católicos, a pesar de las escasas oportunidades en que visitaron una iglesia, y del poco entusiasmo que demostraban por leer ese libro antiguo siempre presente en algún rinconcito empolvado de la humilde casa. Así que me heredaron junto con su miseria, la religión.
En algún libro leí que ser cristiano era solo un accidente, que estas creencias habían llegado con los españoles durante la conquista, pero si nuestras “non gratas” visitas hubiesen sido lo egipcios en los esplendores de su civilización, creeríamos en Osiris Isis y Ra, o si hubiesen sido los griegos, hubiésemos orado con devoción a Zeus, Atenea y Poseidón. En fin, fuimos dominados por los españoles así que yo de pequeño le rezaba a Jesús y la virgen María.
Mis padres se esforzaron en darme una educación de acuerdo a sus posibilidades. Me dijeron que era necesario estudiar para salir de la pobreza. Así que eso fue lo que hice.
En mi adolescencia las cosas no cambiaron mucho. La mitad del país decía que la dictadura era buena para el país, la otra mitad insistía en que era imperativo el retorno a la democracia.
Luego cuando cumplía mis 25 años, todos mis cercanos insistieron que era hora de casarme y tener hijos.
Los medios de comunicación se encargaron también de enseñarme que la mayor belleza de las mujeres estaba presente solo en siluetas delgadas, de pelo rubio y ojos azules, lo que se alejara de este estereotipo se asemejaba mucho a la fealdad.
Es extraño pensar en el amor. Amé a varias mujeres a lo largo de mi vida, pero nunca fue una decisión consiente, no tuve la posibilidad de elegir, solo se presentaba de manera imprevista una mujer que de un día para otro llenaba completamente mis pensamientos.
Finalmente me casé con una que seguramente sintió esa misma sensación por un desconocido que de pronto se convirtió en algo importante en su vida.
Nunca he sido muy preocupado en la manera de vestirme, ella me indicaba que es lo que estaba de moda, así que elegía trajes con colores, diseños y telas, que significaran elegancia, distinción, formalidad y otros simbolismos que nunca he podido entender.
Me enseñaron que el éxito en la vida era lo más importante: una casa grande, un auto último modelo y una abultada cuenta corriente, y que además, intentara en lo posible parecerme a personas exitosa que la pantalla no se cansaba de presentar como modelos a seguir.
Hace poco he cumplido cincuenta y cinco años. El regalo de cumpleaños no fue exactamente el mejor que haya recibido. Infinidad de exámenes confirmaron lo peor, tengo cáncer aunque con una alta probabilidad de ser tratable con medicina y quimioterapia, así que el doctor me ha entregado una serie de instrucciones donde me indica que alimentos debo consumir y cuáles no. Junto a otra interminable lista de píldoras y jarabes que debo tomar en los horarios y días por él establecido.
Así es la vida, mis queridos y ocasionales lectores, ¡qué le vamos hacer!
Ahora debo dejarlos pues es hora de ir por mis medicamentos…
Solo una cosa más que compartir con ustedes antes de irme a la cama.
Hoy en la mañana mientras leía un libro que decía que los comportamientos de los individuos son el resultado de lo que leen, lo que ven, y también de la influencia de su entorno cultural y social.
Alguien tocó a mi puerta interrumpiendo esa lectura. Mi esposa con silenciosas señas me indicaba que no abriera.
Hacía un calor de los mil demonios, me dio un poco de pena, así que abrí, y los recibí en el portal de mi casa.
La señora vestía falda larga hasta los talones, un sombrero para evitar el sol y una blusa floreada. El muchacho que la acompañaba llevaba unos pantalones grises, con una camisa de manga corta que le quedaba grande para su pronunciada delgadez, y una corbata de muchos colores que me hicieron pensar en mi señora.”mmh, mmh, no combinan para nada esos colores”
Mientras me entregaban una serie de folletos que según ellos cambiaría mi vida, me contaron que hacia un par de semanas se estaban preparando para salir a evangelizar.
La palabra de Dios que habían elegido para compartir conmigo era… el libre albedrio.
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Abril 11 de 2021
Y ya que estamos en eso pensaré en cómo me gustaría que fuera mi velorio, y como me gustaría recibir el funesto abrazo de la Muerte en mis últimos momentos antes de dejar por siempre el mundo de los vivos y adentrarme en ese sueño del que no se regresa.
Bueno, basta de tantos lamentos.
He disfrutado la vida con intensidad. Me he maravillado con hermosos amaneceres y noches estrelladas, he bailado y reído, he cantado y me he emborrachado, he amado y me han amado, he ganado y perdido, he llorado y sufrido, he sido parte de una humanidad que me enorgullece, pero también me avergüenza en sus bajezas. He disfrutado el sexo con pasión y sin tapujos. He visto crecer a mis hijos y nacer a mis nietos ¿Qué más se puede pedir en este efímero paso por este mundo?
He vivido con entusiasmo y vehemencia, no creo en la vida eterna, pero si me encantaría creer en la doctrina del Eterno Retorno, que no es otra que aprender a vivir la vida de tal manera que solo se desee volver a vivirla.
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Abril 14 de 2021
Finalmente entendí el significado del niño naciendo en ese sueño que me dejó tan desconcertado.
El movimiento de las agujas del reloj, me indicaba que desde el momento en que nacemos, empezamos a envejecer, y eso me provocó un terror que me paralizó, pero esa desagradable sensación ha desaparecido pues, también he comprendido que desde ese singular momento… también se empieza a vivir.
Y a pesar de los obstáculos que encontraremos en el camino, depende exclusivamente de nosotros la forma en que decidamos vivir nuestros últimos años.
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(Imagen de la red)
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