El teléfono sonó estrepitosamente, eran las 0.45 de la noche, tome el tubo y no lograba comunicarme con la persona que estaba del otro lado. ¿Sería una emergencia? Que se yo! Era una noche tenebrosa, los relámpagos y truenos no cesaban, la lluvia caía torrencialmente, en ese momento no funcionaban bien las líneas telefónicas, se me erizó la piel pensé en mi tío el cual había visitado días anteriores, pero al fin me comunique con la persona que estaba llamando y era número equivocado, mi respiración volvió a la normalidad.
La lluvia había bajado su intensidad, mire por la ventana que daba a la avenida Paysandú y los vidrios parecían lágrimas como resbalaban por el cristal.
Hacia una semana que había estado en el geriátrico visitando a mi querido tío Simón el cual se encontraba muy bien de salud, a pesar de sus 85 años era un toro como lo habían apodado en sus años de juventud.
Hablamos mucho esa tarde de noviembre, faltaba menos de un mes para las fiestas y el tío Simón insistió que quería pasar un fin de semana en mi departamento, si me permites tengo que hablar con el director del geriátrico, para pedir un permiso especial para poder retirarte, eso sí deberás llevar a tu enfermero por cualquier eventualidad que se nos presente.
El quedó muy conforme y le brillaban los ojos de la emoción. Luego fui a la dirección y hablé largo rato con el director, el cual amablemente me atendió dándome las recomendaciones que requería mi tío Simón.
El permiso fue concedido por un fin de semana, y cada vez que quisiera retirarlo debía tener ese permiso o sea renovarlo, pero la condición era que llevase a su enfermero, por los cuidados que requerían en el lugar, recuerdo era un dia lunes y faltaba toda una semana, pero ya estaba el papel en mi mano, volví sobre mis pasos y se lo enseñe a mi tío para que se quedase tranquilo.
Me despedí del tío y salí presurosa del lugar, tenía una ardua tarea de acondicionar mi hogar para recibir a mi invitado especial, nunca venía nadie a visitarme, tenía pocas amistades y la mayoría eran madres o estaban con pareja, no era una ermitaña, pero no me gustaba juntar gente desconocida.
Mi departamento estaba situado en la zona céntrica, tenía muy buena iluminación, un balcón con arreglos florales, una mesa chica y tres sillones cómodos, la semana paso volando ya tenia acondicionado el dormitorio con dos camas para mis invitados. el tío y su enfermero.
Ese sábado llegué temprano al geriátrico, mi tío Simón me esperaba impaciente, un gran ramo de rosas blancas descansaban en sus brazos, al llegar me las entregó y sus palabras fueron, las rosas blancas son signo de pureza y de bondad y son para ti que a pesar de todo nunca has dejado de venir en todos estos años en que fui abandonado en este lugar por mi propia familia. ¡ Pero yo soy tu familia! Respondí con lágrimas en los ojos ¡ No llores mi niña! Y tomando mi mano emprendimos el regreso a casa, siempre en compañía de su guardaespalda, como el lo llamaba, un taxi nos esperaba en la puerta del geriátrico.
Hacia una mañana espléndida, el sol se prestaba para ese momento en que hacía su primera salida después de muchos años de encierro, se lo veía muy feliz la obra de caridad para con él fue algo que me llenó de orgullo.
Después debemos hablar, necesito contarte mi vida para poder volar en paz. ¿ Pero que esconde esa cabecita blanca? Me miró con ternura y respondió, en la tarde lo sabrás, viajamos veinte minutos y arribamos a mi departamento casi a la hora del almuerzo, tenía pedido del resto bar las indicaciones del médico que lo atendía, la bebida era un vino blanco para mi y el enfermero y para mi tío un jugo de manzana dulce sin azúcar, pobre hombre siempre se quejaba que no podía tomar alcohol, como en los viejos tiempos.
Después del almuerzo mientras quedaban de sobre mesa con su guardaespalda, junte todo de la mesa y me dedique a limpiar la cocina, ellos se quedaron tomando un café suave , luego el tío Simón pidió que lo lleve al balcón, allí comenzó a relatar su historia.
Quizás era muy joven para comprender todo lo que viví en ese tiempo, antes no había las cosas que hay ahora, por ejemplo cuando estabas con una mujer no sabia que hacer para que ella no quedase embarazada, nunca tuve una persona mayor que me explicase cómo debía actuar en ese momento, antes era algo que no conocíamos y por lo general íbamos a la cama o en el zaguán, donde nos pillara la noche y las ganas y la mayoría de las veces no contábamos con dinero para unas horas de hotel, aunque los pocos hoteles que habían eran de mala muerte, era mejor elegir la casa de ella o la mía que era un desastre.
Por momentos cortaba el relato y se reía de sus propias aventuras, causaba gracia verlo reír, me costaba entender que con su edad avanzada contaba con lujo de detalles las cosas que hacía cuando entraba en relaciones con las mujeres de su edad, había veces que no encontraba con quien estar y le daba lo mismo una mujer casada o mayor que el.
No le alcanzaban los dedos de las manos para contar las mujeres que habían pasado en su vida, hasta los nombres de ellas los recordaba, mi tío Simón había sido marino mercante, recorrió muchos lugares donde conoció mujeres de distintos paises, Pero en su adolescencia cuando recién empezaba a salir, había cometido errores imperdonables al menos era consciente en ese momento y quería ser perdonado.
Cuando cumplio los 25 años, fue llamado por un comando de la marina mercante y se fue a conocer el mundo, en las tierras lejanas conoció muchas personas, mas mujeres que hombres y dejó corazones rotos, en su relato contó que quizas tenia hijos sin reconocer, pero tío Simón no podría saberlo porque fue en otros paises y volver no se podia mas en ese momento, cuando era tan mayor.
Se me erizaba la piel al escuchar su relato, era una gran historia su vida pasada. ¿ A qué edad empezaste tus aventuras? Se quedó en suspenso como recordando sus primeros pasos en la vida, mis padres me dejaron a la edad de 9 años con una familia de gringos, eran personas muy buenas, me dieron todo y educaron al igual que a sus hijos, pero yo tenia los genes de mis padres y eso no se puede cambiar.
A los 14 años me subleve porque no quería ingresar al colegio de monasterio, entonces me impusieron una pena que tenía que trabajar en una chacra donde ellos eran dueños, a mi corta edad tenía varios compañeros, los cuales habían sido dados en adopción y estaban en la misma situación, una tarde me pasaron a buscar y hablamos de escaparnos en el único tren que pasaba por ese lugar, fue ahí que me escape de mis progenitores.
Con solo 14 años empecé otra vida, entre mis compañeros había un chico de 18 años ya era mayor de edad, antes de irme deje una carta que no me buscaran y les daba las gracias por todo lo que habían hecho por mi, quizás con el paso del tiempo volvería a verlos, pero los años pasaron y nunca volví, quizás por miedo que tomaran represalias, que se yo!
Recuerdo que ese tren iba hacia la capital, allí uno de los chicos tenía familia eramos 4 en total y viajamos como indigentes nadie noto nuestra aventura, cada vez que pasaba el guarda pidiendo boletos nos íbamos turnando entre los coches que ya había pasado, pasamos varias estaciones, parecía eterno el viaje, pero al final fue una gran liberación llegar a destino.
Recuerdo que llegamos con hambre y la señora que nos recibió nos preparó una comida estupenda, nos dio ropa de sus hijos y un baño reparador, esa noche descansamos en esa casa donde estuvimos varios meses, pero salíamos a buscar trabajos en la calle, la venta de pan, facturas y otras tortas por porción que elaboraba la señora era nuestro trabajo, ella nos daba alojamiento y comida, también unas monedas con la condición que todo lo que se llevaba a la calle se vendía.
Fue una época linda, aprendimos a amasar también juntabamos restos de maderas para prender el horno de barro, muchas veces recibimos recompensa siempre junto a mis compañeros de aventuras.
Un día conocimos un par de chicas, éramos de poca experiencia y alli comenzo nuestra primer aventura, había cumplido los 15 años unos días antes, pero todavía me faltaba mucho camino que recorrer para comenzar a enredarme con las mujeres, viste sobrina cuanto error cometi sin darme cuenta, la poca experiencia nos lleva a hacer cosas de las cuales hoy estoy arrepentido.
El tío Simón se veía con el semblante desencajado, fue en ese momento que lo libere de su relato invitando con un jugo fresco para paliar en parte su desventura, mientras el enfermero preparaba la medicación que debía tomar a horario.
Después de hablar de cosas triviales del momento, se tomó un descanso de media hora, quería contar todo con lujo de detalles no dejar nada para otro momento, era su lema no dejar nada en el tintero como sabía decir.
Lo atendí lo mejor que pude, era un hombre que había sufrido mucho en su corta edad, sus padres lo dieron en adopción sin importarles nada, triste realidad; pero el seguía pensando que la vida le dio oportunidades que muchas veces las dejo pasar.
Un dia ya con 18 años se anoto en la marina mercante, no había cupos le informaron, tenía que esperar que lo llamaran, entre tanto andar conocí una mujer de la cual me enamore y nos fuimos a vivir juntos, era buena persona, pero mi carácter no encajaba con su dulzura. Estuvimos en pareja casi un año para luego separarnos, no hubo hijos en esa relación ya había aprendido a cuidar a las mujeres que tenía por compañeras de ruta.
Unos meses antes de cumplir los 25 años me llamaron de la marina mercante, un comandante naviero fue mi mayor, allí aprendí de todo lo que te puedas imaginar conoci varios paises y en cada puerto deje un corazón roto, los años pasaron y deje de vagar por los buques, volvi a tierra con una fortuna que me ayudaria por varios años.
El tiempo paso y puse un negocio de comestibles en una zona céntrica, fue donde conocí a la madre de mis cuatro hijos, decidimos formalizar y nos casamos, mis hijos nacieron casi todos juntos se llevan un año de diferencia, dos niñas y dos niños , ese matrimonio duró 6 años y un dia se marcho con otro hombre, dejándome con los chicos muy pequeños, fui padre y madre.
Después cuando fueron grandes y se marcharon me quedé solo me internaron en el geriátrico y fue donde vos me rescataste, solo te pido un favor; quiero que te comuniques con ellos y los reunas para las fiestas, deben venir solos sin su familia, me llevo una semana reunirlos eran mis primos y me apreciaban, hacía mucho tiempo que no los veía, pero estuvieron conforme de venir.
Fue una gran sorpresa encontrar a su padre con muy buena salud, el queria pedirles perdón ya lo habían perdonado porque él no tenía culpas, era todo lo contrario. Se abrazaron y lloraron juntos, prometieron no dejarlo nunca más, no volvería al geriátrico.
El tío Simón se podía ir en paz a volar como sabía decir, hoy todavía ríe como en sus años de juventud…
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