Escondido tras ropas de moda, estudiadas expresiones y una sonrisa copiada, me movía entre gentes en un mundo en el que jugaba no sabía muy bien a qué. Había momentos en que mi personaje era incapaz de ocultar mis miedos.

Una madrugada de junio con su profunda mirada sonrió y nuestras bocas se unieron, nos tratábamos desde hacía años, me conocía, y con ternura me deje hacer, manejar y rompiendo barreras interiores y prejuicios encontró mi verdad.

Cuidadosamente la examino y entonces ella se abrió, y de su austera concha emergió una bien ocultada perla blanca, de la que emanaba un olor puro a mar.

Ha pasado el tiempo pero su mar a fuego en mi quedó grabado y me lleva con ella, al ritual nocturno en que exploraba todo su cuerpo olfateando las pinceladas que el día había trazado en su lienzo.

La ducha de la mañana borraba las pinturas del lienzo devolviéndole su verdadera y límpida esencia.

Aquella noche cuando se marchó de mi vida expiraba, rabia, impotencia, sal. Con ella se fue la llave que abría mi verdad.

En mi corazón dejó un lenguaje olfativo que el tiempo no consigue borrar plagado de emociones de alegría, de entusiasmo, de lágrimas, de pasión.

En mis sueños regresa y cuando ilusionado despierto todo es irreal salvo su olor.

No se va, convertido en raíces ha atrapado mi alma, mi verdad descubierta, mi amor.

FIN

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