Era un día de trabajo, iba pensando en todo lo que tenía que hacer, pagar cuentas, hacer informes, diseños pendientes; además, al mismo tiempo iba mirando el celular para ver si habían llegado mensajes al correo electrónico, en fin era un día atareado.
Cuando llegué, abrí la puerta y me senté en ese gran sofá gris, cómodo y acogedor, en el mismo instante que entré, sentí un aroma nuevo, un aroma a hogar, a tranquilidad, relajado, un aroma que yo sentía reconocer, que me llevaba a mi infancia.
Miré por la ventana, vi la playa y las palmeras mecerse con la brisa, las sonrisas de los niños corriendo, haciendo y destruyendo sus castillos de arena, las olas golpear fuertemente y llegar hasta la orilla, podía sentir el viento rozar mi cara, acariciarme, consentirme, sentir como recorría mi cuerpo, como me llenaba de frescura.
Cerré los ojos y me sentí tan relajado, que me dejé llevar por esa sensación de pasividad y relax, igual que sentía en la casa de mi madre cuando hacía ese postre, ese delicioso postre, aquel con el que me premiaba cuando ganaba el mejor puesto en el colegio, cuando pasaba el año y hacía muy juicioso mis tareas; ¡pues claro! cual más podría ser, es el rico aroma a vainilla, ¡ese es! ese aroma que me ha acompañado toda la vida,
¡Aquí huele a vainilla!
Sentí como mi boca producía saliva, sentía como si tuviera la cucharilla lista para llegar a mi boca, para sentir de nuevo ese gran premio que estimulaba mis sentidos, que despertaba cada poro de mi cuerpo, esa sensación inefable que me llevaba hasta el infinito, que causaba esa gran sonrisa al disfrutar tan glorioso manjar, y allí, sentado, en medio de ese viaje sensorial, disfrutando y soñando fue cuando escuché una voz decir: – Buenas tardes, ¿puedo ver el apartamento modelo? ¿cuánto cuesta? y la financiación ¿cómo sería?…
¡Que regreso a la realidad! si, yo soy arquitecto, estaba ayudando a promocionar los apartamentos nuevos que la constructora sacó a la venta, y ese aroma a vainilla era del nuevo ambientador usado para refrescar el ambiente en este espacio listo para ser exhibido. ¡Que aroma!
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