En ese lugar, aquel en el que atesoramos momentos, conversaciones y emociones, nos sentamos, sonreímos y nos miramos. Los aromas giran en torno a nosotros y nos amamos, disfrutamos una y otra vez el maravilloso sabor de comer acompañados. Anhelamos ese momento en que nuestros sentidos se empapan de colores, texturas, olores y sabores. Esas mañanas cuando lo dulce se vuelve un caramelo y la fragancia de tu bebida se apodera de nuestro cuerpo. Ese aperitivo embriagante, con historias y momentos alucinantes. La cena es todo un deleite bajo las luces y nos reímos, nos volvemos a mirar y como siempre esas copas de vino nos llevan a otro lugar. Y es que de eso se supone que se trata esta vida, de disfrutar cada momento en tu compañía.
Hoy me siento, observo, miro mi teléfono, miro la televisión, acerco la comida a mi boca con las ganas de haber dicho algo antes, pero sola no hablo, con mi cabeza ya me basta.
Los sabores se han ido quizás dónde, quizás con quién. Qué ganas de que estés aquí y en realidad, aquí estás…
Cómo no añorar esos momentos, si eramos tan felices… comiendo.
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