Condenado sin causa alguna, esperando el mañana macabro con desprecio, una petición me quedaba, una última comida de aquello que más deseaba, mi mente se fue a la infancia, a esos sabores frutales que probaba en las mañanas, al aroma del pan fresco, esa mezcla en los cafetales y naranjos, esas comidas de mi madre y los postres que siempre me hacia mi abuela, esa mezcla de sabores se fundieron en mi mente y cuando me preguntaron, ¿Qué quieres?, yo solo pude decir, quiero comer un poco de mi vida.
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