Casi como si fuese ayer, hace 39 años desde cuando la señora Morelia me servía sus ricos almuerzos acompañados de esa exquisita bebida que ella le decía «Chicha de té»
Su sabor agridulce y levemente gasificada, similar al fermento o «chicha» de manzana verde, de color igual al té y un aroma dulce cítrico que atraía a degustarla en los días calurosos de Arica, especialmente cuando a mis 8 años, llegaba del colegio, me cambiaba de ropa y me dirigía a la hora de almuerzo a disfrutar de aquel brebaje, en casa de la señora Morelia. (mis padres como toda familia, trabajando en aquel entonces). Recuerdo que mi boca salivaba del sólo pensar en tan rica bebida. Levantar ese vaso era como comenzar a morder la mitad de un limón, , me ocurre lo mismo ahora que escribo.
El recuerdo tan vivo que tengo de esta bebida, no sé si, se deberá a sus características, a mi inocente pero, entretenida infancia o al ambiente que rodearon aquellos recuerdos. Yo creo que es todo aquello, lo que mantiene vivo el recuerdo. Hasta puedo ver en mi mente, los detalles de la casa de aquella anciana mujer. Ella de avanzada edad, tez blanca, de cabello color plata y contextura gruesa, sus manos me recuerdan a las «lanzadoras de bala». llevaba siempre un delantal al cinto y su voz enérgica y gruesa.
Con su pequeña y antigua casa de madera, pequeño ante-jardín con muchas plantas y flores, un cerco de madera pintado de celeste desteñido por los años, su pequeño palomar, su sala de estar y comedor acogedores, con 3 sillones cubiertos con tela floreada, un comedor de un metro cuadrado con cuatro sillas sencillas, un cuadro con la fotografía de recién casados junto a su esposo y un mueble a la altura del comedor con muchos vasos. Todo esto, en apenas veinte metros cuadrados aproximadamente. Su cocina pequeña y obscura, con muchos frascos en repisas.
Después de terminar de almorzar y beber esa chicha, me sentía lleno de energía para ir a jugar con mis amigos, en calles de tierra sin ningún vehículo y bajo un abrazador sol y temperatura agradable, particulares de la ciudad de Arica en Chile de los años setenta; por eso la llaman la «Ciudad de la Eterna Primavera».
Hasta hace un año aproximadamente, sólo la conocía como Chicha de Té, pero en realidad es Té de Kombucha.
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