Sin pan debajo del brazo

Sin pan debajo del brazo

Netty Del Valle

24/04/2017

Todos los días, temprano en la mañana, el desnutrido niño se sentaba enfrente del lugar y miraba embebido el trajinar de los empleados con las cestas de mimbre repletas del producto del negocio, que se disponían a vaciar en las relucientes vitrinas de cristal de la tienda.

Ellos, todos vestidos de blanco con sus delantales de peto y sus cabezas adornadas con pañoletas rojas anudadas detrás de la nuca, eran ajenos al olor que se expandía por toda la calle; mucho menos lo eran al estímulo del deseo de alguien que los observaba con los dedos metidos en la boca y sendos chorros de baba que le escurría a cada lado de las comisuras de sus labios resecos y salitrosos…

El olor del producto recién horneado le abría el apetito y se le hacía agua la boca. Él era uno más de los miembros de esas familias que no habían tenido la oportunidad de nacer con su pan debajo del brazo como reza la sentencia popular , quedando condenado a vivir de las sobras de la calle o de la caridad de algún perdido altruista que se condoliera de su necesidad, y calmara ese hambre que revienta las tripas.

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