En una mañana como cualquier otra, la Sra. Dora despertó muy temprano para preparar el desayuno a su esposo Pedro, que va, a trabajar en sus plantaciones de arroz, sus dos consentidos, sintiendo el ruido de las sillas y del silbido de la tetera van ya despertando; vaya a la cama! refirió su mama a Santi; así le decía de cariño a Santiago; frunciendo el ceño, fue a la cama donde pernoctaba su hermano, el Nero como le decían de cariño a miguel; Pedro salió presuroso, solo le dio un beso en la frente a su esposa, sin tener la premonición de lo que iva a suceder, no se despidió de sus hijos; con rumbo a su pequeña plantación de arroz, Santi y el Nero se levantaron, sentados en la mesa, como niños, propio de su edad protestaban por el desayuno, la Sra. Dora atenta como toda madre, siempre vigilante del bienestar de los hijos, sirvió un vaso de leche y su plato de huevo rebozado con un par de panes; hablan de sus sueños, como nunca la hora aligero el paso; enigmático el momento pero la sombra del más allá rodeaba la casa, una desdicha rompería el corazón de la pareja; el tiempo anunciaba la hora de almuerzo, Pedro siempre iba a casa para almorzar pero le pidió a su esposa, por la mañana antes de partir, que llevara el almuerzo; ella aligero los quehaceres del hogar y pudo terminar, con un beso y un tórrido abrazo dejo a sus hijos en casa, sin pensar que sería la última vez que los volvería a ver, uno de ellos atino a decirle; mama te quiero mucho, te amo siempre te voy a cuidar, ella sintió un golpe en el corazón y le dijo yo te cuidare a ti, ellos sonrientes quedaron jugando en casa, la madre sigilosa, para prevenir la entrada a ladrones dejo con llave a sus pequeños, había una vela prendida en la ventana cerca de la cocina; ella pensando en sus hijos camina por aquel sendero lleno de malezas para llegar a su esposo, mientras tanto la sombra del mas allá, abrazaba con su manto la casa, causando un incendio feroz y muy intenso, a las llamas se unieron el olor a gas ocasionando una explosión, el cual alerto al señor Pedro y a la Sra. Dora; los pobladores, corrieron a la casa, observaron un incendio incontrolable, por lo mismo que la casa era muy frágil al fuego, se oían gritos de desesperación de la madre y un desesperante lamento del padre, ¡¡¡Quiero entrar déjenme están allí mis dos razones para vivir!!!, los pobladores ayudaron, el fuego fue controlado, al tirar la puerta con un ligero golpe, yacían los cuerpos de los angelitos, santi y miguel, tomados de la mano, junto a la mesa un papel con dibujos, poco visible se pudo apreciar una frase que el niño le dijo a la madre antes de partir; mama te amo siempre te voy a cuidar…
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