La doctora entró en la habitación en la que Carlos había estado ingresado los últimos meses.
– Hola, campeón, he firmado tu alta. Le daremos a tus padres la gran noticia, en una fecha tan especial como hoy , el dia de tu cumpleaños. Antes de irte, quiero hacerte un regalo. Yo estuve como tú, en una habitación igual que esta, y una señora que vino a visitarme me lo dio, con una condición: ‘Deberás volver a regalarlo’. Y tú deberás hacerlo también.
– Sí, lo haré, gracias.
– En nuestras charlas, me dijiste que desde que estás aquí, te gustaría ser médico, pero que te aconsejan otra cosa diferente por tu estado. Sé que ahora sientes miedo al futuro, y por eso quiero que abras esta caja y leas la carta que hay.
Carlos abrió la caja, y sacó un folio amarillento escrito a pluma:
“Hace muchos años una joven campesina llevaba su canasto de frutas para venderla en el puesto que fue de su madre. Se puso su mejor vestido verde, flores en el pelo y feliz se fue al mercado. Las demás señoras de puestos adyacentes la miraron con recelo, y murmuraron:
– ¡Mírala como viene! ¡Es capaz de quitarnos los clientes!
Ella que quería llegar a ser una buena frutera les pidió consejo y se ofreció a ayudarlas:
– ¡La fruta madura y grande no se vende! ¡Y con esa ropa, nunca serás una buena frutera!
Alicia compró nuevas semillas, delantales, y pañuelos para el pelo. A pesar de los cambios no vendía, y se sentía muy triste. Una mañana se acercó al puesto una anciana, y le preguntó:
– ¿Dónde están tus dulces manzanas y la sonrisa?
– Dicen que estas son mejores, pero casi no vendo.
– Voy a ayudarte – la anciana sacó tres espejos de su cesto y le entregó uno – este espejo te mostrará el pasado.
– Las imágenes la mostraban feliz y radiante vestida de verde llegando al puesto del mercado el primer día. Las demás la miraban con admiración.
–¡Qué guapa estaba! – dijo Alicia.
– Coge este. Es el espejo del presente:
Le mostró esa mañana; llegó al mercado encorvada con la mirada al suelo. Sus compañeras la miraban con burlas: ¡Mira como viene! ¡No vende, ni una manzana y quiere ser frutera!
Y por último, coge el espejo del futuro.
– No hay nada – dijo Alicia.
– El espejo solo muestra la imagen de quien en el presente, decide hacer realidad sus sueños.
–¿Y cómo lo hago?
– “Confía sólo en lo que desea hacer tu corazón. Si con tu deseo sientes alegría y paz: ese es el camino”
Alicia cerró los ojos, se imaginó feliz el primer día con su vestido verde; y el espejo, la reflejó.

Frente a la doctora, Carlos cogió con una mano el espejo vacío, y la otra la colocó sobre el pecho. A pesar de su rostro cansado y su falta de cabello dijo:
– ¡Seré un buen médico!
Y el espejo reflejó su mejor sonrisa.

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