Cuando nací, lejos estaba de imaginar que mi vida tendría tantos tropiezos que dejarían en mí la huella del desamor, la ira y dolor. ¿Por qué a mí? ¿Qué hice para merecer tanta desdicha e infelicidad?
Crecí en un barrio marginal de la ciudad de Cali, en Colombia, las personas que habitaban ese lugar tenían que convivir, con disturbios diarios generados por las bandas de delincuentes, que cada vez obtenían más poder, debido al miedo que sentíamos por ellos. Era común encontrar peleas callejeras que terminaban en disparos y siempre había un muerto, pareciera ser que la muerte estaba al acecho y miraba a quien se iba a llevar. Los ancianos del lugar nos aconsejaban que nos cuidáramos, no fuera a ser, que la muerte fijara su mirada en cualquiera de nosotros.
Lo que no sabían los ancianos era que yo deseaba mi propia muerte, eso era mejor que vivir el horror que mi padre había sembrado en mí.
Mi padre era un hombre de 40 años, mujeriego y borrachín, le pegaba a mi madre y cuando ella no estaba, abusaba sexualmente de sus hijos.
Cuando cumplí 7 años,mi padre me llevó a la azotea y por primera vez me violó, sentí un dolor dentro y recuerdo que la sangre corría en medio de mis piernas, sentí que debía contárselo a mi madre, pero mi padre amenazó con matarme. Me convertí en su víctima preferida.
Al cumplir la mayoría de edad, me fui de casa, había conocido a un hombre que me prometió ayudarme, pero él solo quería mi cuerpo para prostituirlo y sin embargo, fui con él, una cosa llevo a la otra, prostitución y luego las drogas.
Un día desperté y sentí que era hora de terminar con mi vida, me habían dicho que tenía cáncer y VIH, ¿qué razón tendría para seguir viviendo, si mis días ya estaban contados?. Subí a la azotea y antes de tirarme del 9 piso, mire al cielo y una luz resplandeciente cegó mis ojos, escuche una voz que me decía “alto, detente, tu vida apenas comienza. No es tu momento de partir, tu eres un ser de luz que simplemente se perdió en el camino, pero ya es hora de volver a reconectarte con tu ser interior y con el amor” esas palabras atravesaron mi corazón y no supe cuánto tiempo paso, solo sé que suspire profundamente con la decisión firme de volver a empezar. Ya han pasado 10 años desde que esa voz me hablo, hoy soy profesional, estudie psicología y trabajo ayudando a jóvenes que viven en condiciones vulnerables de la ciudad, aprendemos juntos a ser felices y a dar gracias por cada nuevo día.
Te estarás preguntando ¿qué paso con el cáncer y el VIH? el cáncer desapareció empecé a tratar la enfermedad con medicinas alternativas y el VIH esta controlado. Por fin entendí que debía vivir esas tragedias para ayudar a otros desde mi experiencia y aprendizaje. Por cierto, mi nombre es Adriana.
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