Quien diría que una mariposa es un insecto, una bella y hermosa mariposa, que con sus coloridas y hermosas alas nos llevan a soñar y a reflexionar, quién diría que salen de un caparazón desagradable y que después de eso se transforma en una crisálida. En ese proceso no se alimenta y sufre cambios morfológicos y metabólicos importantes conocidos como metamorfosis, tiempo después rompen el caparazón y despliegan sus grandes y fuertes alas para iniciar su vuelo.

Existen diferentes clases de mariposas; algunas de color oscuro, otras tan hermosamente coloridas que te llevan a fantasear con un mundo mágico, «así como el de Alicia o el de Campanita». Unas centran su existencia en la luz y otras prefieren la calidez de la luna y la serenidad de la noche.


A Sara le encantaban las mariposas negras porque se sentía identificada con su rareza. En la antigua Grecia la relacionaba con la psique, pensaban que representaba el interior de los humanos, que estas mariposas representaban el alma, aunque en muchas otras culturas las relacionan con muerte y desdicha por su tonalidad oscura y su vida nocturna. ¡Así es!, la humanidad es tan cruel que pueden llegar a juzgar hasta una pequeña e inofensiva mariposa por su tonalidad y modo de vida. Acaso cuando nace un bebé él puede elegir su tono de piel o color de cabello o su nacionalidad, «no». Somos seres humanos sin humanidad, incapaces de aceptar lo diferente por miedo a que los extraños e imperfectos fuésemos nosotros.

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Ahí estaba el problema, Sara era diferente. Nació en un lugar rodeado de pobreza y más que la falta de alimentos o agua, era la falta de conocimiento y educación lo que habitaba en esa sabana semidesértica. Pertenecía a una tribu africana, Sara nació con albinismo en un lugar donde tener la piel clara es un pecado y te puede costar hasta la vida. Su madre tuvo que salir huyendo de allí a los pocos días de parir, salir con su pequeña bebé adolorida sin un peso en sus bolsillos y sola, porque para su padre era una abominación y una

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deshonra tener una hija así.

Después de vagar por diferentes ciudades la madre de Sara tuvo la oportunidad de viajar con sus patrones a los que les ayudaba con los quehaceres de la casa y quienes amablemente dejaban que su pequeña hija viviera con ellos y la trataban como un miembro más de la familia. Se mudaron a Norteamérica, a un país con una cultura diferente a la suya, para ese tiempo Sara ya había cumplido sus 15 años y se había convertido en una linda joven con rizos dorados y sus ojos tan claros que parecía que se podía ver dentro de ella. Quien diría que en otros suelos esa belleza era mortal.

Sara había encontrado un lugar en donde se sentía aceptada y en donde era normal y a veces solo eso necesitamos ser normales y ser aceptados, no ser juzgados por un color, raza o religión.

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