Últimamente hay muchas opciones para comer mas sano, siendo un enfermo terminal con poca esperanza de vida, no parece buena idea el descuido, puede que no sea simpático, pero es necesario.
Jose nunca había leído nada mas aburrido en su vida, no le importaba el extendido de años que le prometían sus médicos, el era de la idea de vivir menos, mejor y sin tantas privaciones. Claro para el resto era una locura, darle mas importancia a la comida que a la salud, era poco mas que una sentencia a muerte, pero no había forma de hacerlo entender.
Pero todo cambia cuando uno se enamora, así es, se enamoro. De repente todo tenia otro sabor, pero lo mas importante era que todo tenia una prioridad diferente.
En tres meses, se había convertido en un experto en nutrición y hasta casi un deportista, siempre acompañado de su querida mujer, Eleonora, quien le había borrado de su mundo la frase de todos sus días, un poco de sal se escuchaba hasta en el desayuno.
Pero esas cosas de la vida y de la muerte, Eleonora un día lo dejo así sin mas, solo por que ella tenia otros planes.
Y aquí volvimos a los viejos hábitos y a las viejas frases, pero solo fue temporal, no me pregunten como, un milagro para algunos, una historia de superación para otros, la mañana del primer día de primavera del año mas frió del milenio, Jose despierta con un susurro dentro de su cabeza ¨un poco de sal¨, de un brinco salio de la cama buscando al atrevido, pero no había nadie, ni un alma, pensó que la tensión se le había ido a las nubes y estaba a punto del colapso, pero no, el medico dijo que nunca había estado mas sano.
Aquí el milagro, Jose lo entendió ese día, se había comportado como un niño caprichoso, decidió tomar rienda de su vida y de sus actos, a partir de ahora el decidiría cuando era su hora y todavía no lo era, mucho para aprender y mucho para andar, había perdido demasiados días con la cabeza en otra parte, por eso cuando Eleonora toco su puerta con intenciones de volver, Jose ya no estaba disponible.
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