Son las 4 de la mañana y mi madre se levanta para cocinar unos huevos y un café esquicito, mis hermanos y yo estamos dormidos y el olor del café y el de los huevos nos despiertan y nos llena de alegría, saber que nuestra madre cocina con amor y que nos da su demostración de este con una buena comida y un buen café.
Cuando estamos reunidos en nuestro comedor mi padre cuenta siempre las mismas historias sobre sus antiguos amores y anécdotas del pasado, que las contextualiza con el presente, admiro a mi querido viejo, contextualiza diferentes contextos y saca una conclusión de ello y nos da un buen consejo.
Terminamos de comer y nos levantamos de donde estamos sentados, le damos gracias a nuestra madre y nos retiramos de aquella mesa, a veces paso por los restaurantes de personas encopetadas y el olor de sus comidas no se comparable con el olor de la comida de nuestra querida progenitora, ella todos los días nos conquista con su comida tanto que ya nuestros estómagos estas enamorados de ella.
Fin
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