Pareciera que hubiese despertado de un largo sueño, iniciaba a reconocer el peso de su cuerpo y así mismo se hizo consciente del uso de sus extremidades, pareciera que por primera vez tuviera control de su cuerpo, sintió el sonido acuoso de tambores que sonaban por todo el lugar, tum tum, sentía el ritmo acompasado con su propio corazón, tum tum, volvió a escuchar y abrió los ojos para descubrir de donde provenía este sonido.

Completa oscuridad lo rodeo, fue consciente por primera vez de la prisión donde se encontraba, nadaba sin espacio en un lugar bastante estrecho; estiró sus manos y sus pies, notando que el entorno cedía al mismo tiempo que los tambores se aceleraban, tum tum tum, sonaba por todas partes, intentó estirarse de nuevo usando esta vez toda su fuerza para alejar la pared que sentía aprisionaba su cabeza; tum tum tum tum escucho los tambores esta vez acompañado por un grito que distorsionaba el ritmo, tum tum, sentía su corazón, tum tum tum respondían los tambores en su cabeza, el ritmo lo animó, su corazón fue acelerándose, debía salir de allí, la prisión cada vez se hacía más estrecha.

La luz sobre su cabeza señalaba el camino, la presión que sentía sobre sus piernas le servía como apoyo para impulsarse, reunió todas sus fuerzas y las estiró lo más que pudo empujando su cabeza hacia la luz, el dolor general que sentía por la presión de la prisión que amenazaba con aplastarlo, el sonido del tambor cada vez más lejano que acompañaba a los gritos cada vez más y la intensa luz que empezaba a ver obligándolo a cerrar los ojos no hicieron más que motivarlo, sabía que así como había logrado escapar de esa prisión podría lograr cualquier cosa que se propusiera.

Lo había logrado, había escapado de esa prisión llamada utero, aquella que para el solo había hecho las funciones de crisálida de la cual había nacido como una gran criatura dispuesta a encontrar su propósito en este mundo.

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