Tenía 12 años cuando Jose empezó a fumar ocasionalmente y a beber cerveza los fines de semana. Él no lo veía como un problema porque todos lo hacían. Pero su vida fue en una dirección equivocada bastante rápido.
El rendimiento escolar empeoró, no hacía deporte y tenía pocas ambiciones. Pronto se quedó sin suficiente dinero para pagar su estilo de vida y tenía que pedir dinero prestado a sus padres, el cual nunca recuperaron.
Con muchísimo esfuerzo Jose se sacó la educación primaria y empezó la ESO, pero a menudo se iba a la cafetería y le quedaba poco tiempo para hacer la tarea del instituto. Empezó a faltar mucho a clase y cuando iba solía robar cosas.
En sólo medio año dejó la escuela, no le gustaba. En realidad no le gustaba nada excepto ganar dinero para poder beber y fumar.
Después de un tiempo Jose no se sentía cómodo sin alcohol ni hierba, su vida se volvió inmanejable, vivía un poco en piloto automático, mientras no tuviera que pensar ni tener responsabilidades, se sentía bien.
Cuando tuvo 23 años, Jose conoció a una chica, esta fue su primera relación seria que duró. Ella sabía su problema y lo aceptaba.
Al cabo de un tiempo Jose y su novia tuvieron su primer hijo, entonces tenía todo lo que quería, una novia, un hijo y una casa, pero no era consciente del gran problema que tenía.
Su novia, en uno de los días en que él se había levantado un poco más receptivo, con mucho tacto, le comentó que podría ir a un médico para que le ayudara a encontrarse mejor.
Sí, decidió ir al médico y someterse a un tratamiento para dejar de beber, pero no lo consiguió, Jose se tomaba los medicamentos con alguna bebida alcohólica y le originaba náuseas y vómitos, con lo cual lo dejó.
A causa de sus acciones, de la adicción activa, Jose terminó solo y aislado, sentía que iba de mal en peor y realmente llegó un punto en que no quería vivir más.
Debido a una coincidencia especial, Jose entró en contacto con una clínica de desintoxicación, aún muy reacio, empezó a ir a terapia, tenía miedo de acabar en un hospital rodeado de locos.
Escuchaba atentamente y seguía los consejos de su terapeuta, así fue descubriendo que la vida no era tan triste como él la veía. Al compartir sus experiencias y escuchar las de los otros, se dio cuenta de que él no era tan diferente de los demás.
Ahora, una vez curado, Jose me contó que había estado muerto en vida y sólo lo pueden entender aquellas personas que tuvieron algún problema grave o accidente y vieron la muerte de cerca. El organismo no resiste, te metes en lugares peligrosos y ves la muerte todos los días.
Puedo deciros con orgullo que Jose es mi amigo y una de las personas que con su día a día, me enseña que la vida merece la pena.
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