El río Apurímac es el padre del Amazonas. Con eso queda claro que no es un río como los que pensamos en clases de geografía. Lo digo por experiencia propia. Mi realidad violenta me lleva a veces a sitios insospechados. Y cierta vez, que ataqué a un peruano por burlarse de mi cultura; en vez de ir al calabozo, terminé recorriendo el VRAEM, invitado por la municipalidad de Kimbiri. El Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) conforman una región de ceja de selva entre los departamentos de Cusco, Ayacucho y Junín. Zona de guerrilla y narcotráfico. La última célula activa de Sendero Luminoso habita estos lares. Pero el peligro no vino de los adeptos de Guzmán, ni de los narcos. A este viajero solitario se lo tragará la naturaleza. Por suerte, no fue ese día. Aquel sábado la temperatura estaba rica y el calorcito susurraba: ¡Río! Visitábamos la comuna de Pichary y me entrevistaban acerca de los puntos interesantes que ofrecía la zona. El Apurímac cerró la entrevista, cuando mi alma de agitador social se encueró frente a la periodista; y me lancé a cruzar el río como alguna vez lo hice en el Mekong y el Guadalquivir. Una brazada, dos, tres y la corriente y se vislumbraba la otra orilla. Pensé en la hazaña de Vito Dumas y me prometí llegar a tierra. No quedaba otra. Pero en algún momento la realidad me abofeteó. No podía contra la corriente. ¡Imbécil!,¡es el Apurímac, padre del Amazonas! Este efluvio acuífero nace como un arroyo en el Monte Mismi, e imagina todas las aguas y correntadas que recoge en el camino. Pero no era momento de filosofar, la puta corriente me llevaba río abajo y mis colegas… aún me pregunto en qué carajo estaban que no vieron cuando me arrastró el brazo de río. ¡Manda Pinga! De esta sí me voy del parque. Y ahí surgió un asere que no recordaba. El de la supervivencia. Me bajó dos bofetadas y entonces hice lo correcto. A más correntada, más tranquilidad. Déjate llevar y espera el momento exacto de arremeter contra el rápido. Hazte seducir por el agua, únete al movimiento. Flota, mantente vivo. La selva pasaba a mi lado a velocidades escandalosas, pero en estas lides siempre me pregunto sarcástico: ?qué más me van a quitar, la patineta? Y bregué unos dos kilómetros hasta chocar frontalmente con una piedra. La imagen sucedida ya la conocía, descansaba músculos en la mitad de un puto río que quería devorarme. Pero salí ileso y llegué a la orilla. Todo hubiera sido perfectamente descriptible siendo yo cubano. Pero estoy plagado de demonios y mal carácter. No di gracias a Dios ni a Oshún por no dejarme solo. porque entre nos.…estaba más solo que las nieves del Kilimanjaro; e ignorando a dioses y orishas salí trastabillando con el único pensamiento de que debía recorrer los dos kilómetros de vuelta río arriba, desnudo y descalzo. Y por primera vez grité: ¡Al carajo Vito Dumas!
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