¿Cómo escribir una carta a la persona que amas? no puedes. Quieres escribir tantas cosas que no consigues poner nada. La mano te tiembla y ahí comienza un duelo entre tu corazón roto y la sal que le pones a las heridas.
Recuerdas aquellos momentos en los que brillabas sin esfuerzo, y te preguntas ¿cómo después de todo lo bueno viene lo malo? Tú lo sabes, en el fondo lo sabes.
Tu flama estaba tan alta que quemaste todo a tu paso y ni siquiera lo notaste. Estabas tan preocupado por arder que no te importo hacerlo solo. Ahora solo quedan las cenizas, tratas de recogerlas y pegarlas para ver si algo tiene sentido y ahí llega el momento, ese momento en el que coges el papel y decides poner todo lo malo en algo bueno.
Las palabras sobran y tiempo hay mucho, considerando que podrías haber brillado más, que pudimos haber brillado más.
Un segundo más de flama antes de que se apague para siempre, un último beso, una última espina por encajar, un último pétalo tirado en el suelo, sientes como te recorre por el cuerpo, asfixiándote y te das cuenta de que te tiene, la serpiente. Aquel depredador disfrazado de diablo ¿o era al revés?
Recuerdo aquella vez en la que hablaste de Frida Kahlo, dijiste que era tu pintora favorita y que ella fue una obra de arte que jamás fue comprendida. Fue lo mejor que pudo haber salido de tu boca. La forma en la que la describiste y la manera en que tus ojos se iluminaron. La primera vez que fuiste real, y la ultima vez que fuiste honesto.
En ese momento me di cuenta que nunca te habías referido a mí de esa manera, pude sentir como mi tallo se rompía. Por un momento deseaba que hubieses estado hablando de mí y no necesariamente por ser una obra de arte, si no por ser la persona que hasta el momento jamás ha sido una persona comprendida. Y la manera en la que sentías cada palabra yo podía sentirlo. Sentía como poco a poco los muros se caían uno por uno y sin hacer ruido.
Era una batalla que estaba perdiendo y sentía que luchaba contra marea. Me di cuenta que todo este tiempo la serpiente me estaba abrazando y se enredaba en mi tallo, la manera en la que me asfixiabas cuando tus brazos me rodeaban, no me sentía protegida, me sentía sin un lugar al cual escapar.
En cierto aspecto me gustaba la manera en que había sido acorralada y no te detuve. Trato de recordar cómo empezó todo pero no quiero pensar en cómo termino y mientras yo me bebo mi ultimo trago de dignidad derramada de el suelo, pronto llegara tu próxima presa y ahora será ella la que este disfrazada de diablo.
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