—¿Porqué has tardado tanto, Fiona? .¿Era necesario ponerse ese escote para ir a la cerrajería a duplicar llaves?

Ella se echó la melena hacia atrás mostrando firmeza y lo retó:

—Me gusta esta camiseta y su escote.…¿Te he preguntado yo lo que has hecho mientras estuve fuera, Ramón?

Se estaba ganando una bofetada, y él, que ella lo dejara. El torteo fue solo verbal. Él le arrebató de la cara las gafas de sol y con la misma furia las lanzó hacia la ventana abierta. El asalto no terminó ahí, el viento había descolgado uno de los enganches del toldo y ahora era este el que, azuzado por el aire, se liaba a hostias con la fachada.

***

-¡Cabrón! A ver si no te drogas cuando conduces. ¿No te enseñaron en la autoescuela a parar en los pasos de cebra?

El conductor miró por el retrovisor y vio a un crío hacerle un corte de manga. La monja que lo había llevado de la mano recogió del suelo las gafas del niño, las limpió y se las ofreció.

—Vamos, no te irrites cariño, probablemente no te ha visto. Es sólo un alma que quiere terminar sus menesteres antes de que la tierra concluya hoy otro giro sobre sí misma.

—Gi li po llas, ma ri cón ese. Ya me ha rallado las Culens.

Escupió hacia el coche y tiró las viejas gafas a un contenedor. Volvió junto a la monja y agarró de nuevo su mano.

***

LETRERO: “Gracia por hechá huna moneda a un siego”

—Mucha gracia señora.

—Gracia.

—Que Dios ce lo pague caballero.

—Ce lo agradezco

—¡Tuerto! ¿Cuántas veces tengo que decirte que no mientas en los letreros?

—Pero ageeente, es que un ciego da má pena que un tueeertoo

—Lo que da pena es que un drogadicto tenga más posibilidades de chutarse ciego que tuerto.

—Yo no soy drogadiiiito. Pido pa comeee

—¡Me tienes hasta los cojones! ¡Se acabó! hoy vamos a dar un paseo en barco. ¡Mira por donde vas a dormir bajo techo!

En el ferry, de camino a la comisaría, el policía arrebató al tuerto las ajadas gafas de cristal oscuro y las tiró al río.

***

—¡Mira! ¿Es un pepino de mar?

—¡A saber!, va envuelto en algas. Un pepino parece…plata-no-es…

—Quizás estaría bien apuntarse a eso de las citas a ciegas.

—¿Se te ha ocurrido hablando de pepinos?

— Jajaja, no del todo….

Él se agachó y miró las viejas gafas que el mar y las algas habían dejado entre las piedras.

—Juraría que son… creo que…, hace mucho, antes de conocernos, tuve esas gafas en mis manos…sólo que…

—La vida da muchas vueltas, Ramón. Podrían ser ellas.

—No creo, salieron disparadas por una ventana…

—Pues estas parecen cansadas. Míralas… Están como hartas de haber visto. Se acoplan a la piedra como si solo quisieran mirar la arena. ¿Crees que nosotros en algún momento querríamos que nadie viera lo que fuimos?

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS