Una historia sobre el sabor no se escribe, se saborea.
Perdemos la cabeza por tener buenos sabores en nuestra vida,
nos gusta lo dulce, como las personas que lo son con nosotros.
Nos gusta lo salado, como ese amigo andaluz que tenemos.
Nos gusta lo amargo, aunque sea un sabor feo, pero nos hace
darnos cuenta de que no todo es tan fácil, y nos tenemos que
esforzar mucho más.
Nos gusta lo difícil, lo complicado y lo sencillo, para mi son
sabores que nos ponen demasiado, porque lo fácil lo hacemos difícil.
Porque para una cosa complicada lo queremos hacer solos; sin la ayuda de nadie.
Y lo sencillo, que sabor tan magnífico, es el que nos hace más felices,
sentirnos mejor, porque algo tan sencillo como un video de un gatito,
una puesta de sol cualquiera, una muestra de afecto, nos hace tan felices.
La vida está llena de sabores al fin y al cabo, unos nos gustan y otros no.
Hay que aprender a convivir con ellos, como con el resto de cosas, menos
con las personas que dicen que no les gusta el sabor fresa en general,
a esos ni agua.
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