Estaban reunidos en uno de los cada vez más abundantes claros después de la opípara cena, el más joven fue el primero en intervenir:

– Estoy harto de este sitio, no hay nada que me motive a vivir aquí.

El padre intentó rebatirle:

– Llevamos aquí toda la vida y no vamos a mudarnos todos solo porque tú quieras vivir una aventura, acepta la situación, en ningún sitio estarás mejor que con tu familia, afrontemos esto juntos.

– No es de vosotros de quien necesito huir, os quiero y lo sabéis, pero necesito otros alicientes, encontrar a alguien con quien compartir mi vida. Mirad a vuestro alrededor, cada vez está todo más pelado, pronto no tendremos ninguna protección, vosotros también deberíais pensar en iros. No soporto más estar aquí, me ahogo, necesito encontrar mi sitio y se que no es aquí.

– No voy a intentar retenerte, pero piensa en tu madre antes de tomar una decisión, le vas a romper el corazón.

La madre agachó la cabeza, no quería que su hijo viera el brillo de las lágrimas que amenazaban con asomar a sus ojos. El joven cogió sus manos y le levantó suavemente la barbilla hasta que sus ojos se encontraron:

– Mamá, tienes que entenderlo, vosotros, papá y tú, también fuisteis jóvenes y tuvisteis sueños e ilusiones, también abandonasteis todo para formar vuestro hogar. Sé lo que quiero y para conseguirlo necesito irme.

Ella habló entre sollozos:

– Claro que te entendemos cariño, pero eso no hace que nos duela menos. Si crees que es lo que tienes que hacer, hazlo. Tienes nuestras bendiciones pero eso no hace que nuestro dolor sea menor.

Los padres se alejaron abrazados, la madre apoyaba la cabeza en el hombro del padre que se la acariciaba con cariño, no quisieron darse la vuelta para despedir a su hijo.

Habló entonces uno de los hermanos:

– ¿Por qué lo haces? Estás rompiendo la familia, aún podemos vivir aquí, es cierto que cada vez hay más terreno baldío, pero no está en nuestra mano recuperarlo, mientras haya un espacio en el que nos sintamos seguros debemos permanecer juntos, la comida sigue siendo buena y abundante.

– No me jodas, lo que no entiendo es que vosotros os sintáis a gusto aquí, que no tengáis ganas de volar, de crecer, de comprobar si sois capaces de crear vuestra propia familia, vuestra propia vida. Lo hago por todos, este tío se está quedando calvo y necesito una melena nueva donde crear algo propio, además estoy harto del A+, quiero probar el tipo O, tengo derecho a ello. Necesito nuevos sitios, nuevos sabores.

– Es acojonante, el único piojo con aspiraciones que conozco y has tenido que ir a caer, precisamente, en nuestra familia.

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