Sueño compartido

¿Recuerdas? 

Aquel primer día en ese pueblo desconocido, llegamos a lo que sería nuestro cuarto, moríamos de hambre, fue un viaje de lo más largo, decidimos salir a caminar entre sus pintorescas calles de piedra, con hermosas casonas de colores; a lo lejos oímos una guitarra sonar, decidimos acercarnos, estaba dentro de un lugar lleno de hermosas plantas en sus esquinas y bellos cuadros en sus paredes, vimos una mesa sola y decidimos sentarnos, no sabíamos que servían ahí, pero el lugar nos envolvió en una maravilloso atmósfera, deseosas de no salir nunca. 

Pedimos el platillo del día, sin siquiera saberlo, nos estábamos dejando sorprender por aquel misterioso lugar.

Lo primero que nos acercaron fue un vaso de agua, olía a frescura, a cítricos, a dulce, sin saber muy bien su sabor decidimos dejarnos sorprender. Fue una experiencia diferente, había tantos sabores que se hicieron uno de la manera más armónica, la dulzura, la frescura, la textura justa. 

Para comer llegaron con pizza y un par de copas de vino.

¿Recuerdas lo que pensamos?

Una pizza y vino, que básico, me susurraste, sin embargo el lugar nos embriagó. Decidimos comerla, no esperábamos nada tan sorprendente, tomamos un pedazo, al separarla del resto se podía sentir caliente, con su masa suave, no le pusimos nada, al comer el primer bocado, simplemente me sentí desconectar, te miraba sintiendo lo mismo. Crujió en un punto tan perfecto, el queso sabía fuerte, lo suficiente como apreciar su sabor, tenía champiñones y un poco de espinacas todo haciendo un conjunto de una explosión de deliciosos sabores. 

El vino era la perfecta combinación de cuerpo, de olor, y de un sabor a fruta fresca. 

Te mire, supe que sentiste lo mismo, sonreiste, al fondo podíamos seguir oyendo la guitarra sonar, despertando poco a poco de aquello que parecía un sueño, miramos a nuestro alrededor y solo estábamos tu y yo, y disfrutando de la atmósfera perfecta.