La perfección de los sentidos

La perfección de los sentidos

Las personas sensibles a los cambios como Sebastián sabían que el aire trae aromas de todos los lugares conocidos. Unas veces el aire avainillado recordaba a paises exóticos y lejanos y otras veces el olor a lentejas le transportaban a casa de su abuela a las afueras de Madrid. Pero sin lugar a dudas su olor favorito era el del café recién hecho, el que hacen en su cafetería favorita de la calle Miraflores donde su amigo Pepe trabaja. Compran un café de Colombia con cuerpo y afrutado que hace las delicias en el paladar de Sebastián. Con ese único café nuestro protagonista avanza el día leyendo noticias enviadas por la redacción de su periódico, para que luego él las convierta en pequeñas historias ilustradas y publicarlas al día siguiente. 

Sebastián se sentó como cada mañana en su estudio para comenzar con el trabajo, pero estaba intranquilo y no sabía a qué se debía. No hacía aire que solía notarlo en sus migrañas y no iba a llover, porque los huesos no le dolían. Pero algo notaba y no podía concentrarse a trabajar. Un ruido le puso sobre alerta, algo arañaba en el exterior de la casa, se asomó por la ventana y visualizó un pequeño gato maullando, eso era, tenía en el jardín un pequeño intruso. 

Esperó unas horas mientras trabajaba, mirando de vez en cuando al pequeño visitante, al ver que ningún gato de mayor tamaño venía a por él, sacó un cuenco con agua y otro con leche y esperó. El gato se acercó a toda prisa y bebió el cuenco de leche hasta rebañarlo y relamiéndose los bigotes maulló a Sebastián pidiendo más.

Cuando se metió a por más leche, el pequeño gato se coló como una mancha anaranjada en su casa. Sebastián sonrió y puso de nuevo un cuenco con leche cerca de la puerta, pero el felino se lo terminó y se tumbó a los pies de su salvador y se durmió. El gato olía a calle, a aire frio, a aliento y probablemente a cubos de basura. Como hombre sensible a los olores decidió bañarlo y hasta lo perfumó. Le llamaría Sebas como una pequeña prolongación de sí mismo, el hijo peludo que nunca tubo. 

Y así es como Sebastián comenzó ha hacer unas divertidas y exitosas caricaturas de un gato llamado Sebas que llevaron a ambos protagonistas a recorrer diferentes paises dando conferencias sobre su amistad, mientras ellos descubrían los diferentes olores que hay repartidos por todo el mundo.

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