Mi madre me sube la cremallera y mi precioso vestido blanco de lunares rojos, de gitana, me ajusta a mi cuerpecillo de cinco años como mis calcetines.
-¿Esther, estáis listas?
-Sí, ya está. Vámonos, mira a Sonsoles, ya está nerviosa por llegar a la feria y montarse en todos los cacharros.
-Ala, vamos -y mi padre me coge de la mano, contento.
Es la fiesta mayor de Granada, el Corpus Christi. En los años 60 yo no conozco otras atracciones mecánicas que las que vienen anualmente a la ciudad por estas fechas. Mi madre me ha cosido un precioso vestido de flamenca, con volantes y flecos, que yo luzco con desparpajo. Después de montarme en todo lo que puedo con mi tamaño de menudencia, mis padres y yo vamos a las casetas.
Es otra zona bien diferente del ferial, dedicada a la comida. Nada más acercarte, te llega ese suculento y seductor olor a pinchos morunos y chorizo asado, irresistible para mí. Los pinchos de carne sazonados al estilo moro siempre han sido un bocado sabroso, y mucho más si llegan después de recorrer todos los cachivaches del ferial. Y si después vas a ver los únicos fuegos artificiales de todo el año…¡¡ entonces ya te saben a gloria!!
Ppuumm, chrrimm, chrrimm, Ppumm, chris, chris, Ppummp.
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