La Tierra, Montag y yo.
un sol espectacular invadía cada centímetro que mis ojos alcanzaban a ver. Lleno de brillos, el paisaje se desvirtuaba como una mancha ondeante con olor a gasolina delante de mi propia retina. Los colores eran espectaculares, a veces se desvanecían, a veces estallaban de tanta intensidad. Pletóricamente tranquila, mi cuerpo se inundaba de alegría. Tras...