Es un gesto de dolor que martillea tu frente y te recuerda que no recuerdas nada. Es un gesto de horror cuando descubres que donde te has despertado no es tu cama. Que el peso que sientes a tu lado no es el del hombre de tus sueños, sino del tipo más inapetecible de tus peores pesadillas. Es cuando empiezas a recordar un karaoke y a tu jefe con cara de pocos amigos escuchando una ranchera. Es cuando te guardas el sujetador en el bolso a toda prisa para salir de ese infierno y no encuentras el puto zapato derecho.
A veces hay cosas que es mejor no verbalizar. Primero porque no tienen perdón de Dios. Segundo, porque a pesar de una vida llena de virtudes, siempre serás recordado por lapsus como estos. Y tercero, porque, ¿quién no ha tenido que contestar a un mensaje preguntándote qué tal anoche cuando todos saben que es el día después …?
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