SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS
Pocos meses después acabó la guerra. Mientras Europa atravesaba calamidades que tardarían años en cicatrizar, en Casablanca la vida seguía como si nada hubiera pasado. Volví a abrir el café y seguí ofreciendo copas, cenas, música para acompañar y juego, pagando la correspondiente cuota al capitán Renault. Yvonne volvió junto a mí. Dejó de ser...