Esta mañana, durante el desayuno Toshío le ha pedido a su mujer que se deshagan del viejo futón sobre el que duermen hace más de cincuenta años y que lo depositen en la calle, junto a los cubos de basura. ” Iremos a la ciudad para comprar uno nuevo esta misma mañana.” “¿Cómo no se nos ha ocurrido antes?” ha añadido con ese tono inquietante que caracteriza su discurso desde hace unos meses, cuando le confesó que estaba cansado del mundo. Esa misma noche abrió las compuertas del estanque para liberar a las últimas carpas en el río que pasa junto a su jardín.
Al rato entran en los elegantes almacenes Sakura, suben por las escaleras mecánicas hasta la planta quinta y encuentran un largo pasillo de madera de cerezo donde arranca una exposición de pequeños dormitorios cubículo escondidos detrás de una hilera de biombos. Toshío y Yoko esperan a ser atendidos en silencio, cuando de pronto les sobresalta un timbre de voz joven y entusiasta que recita un discurso de memoria:
“Buenos días, sean bienvenidos a la sección de descanso de los almacenes Sakura. Soy Akira Takai. Hoy es mi primer día de trabajo y me complace presentarles nuestra gama de productos exclusivos: esteras de reposo indonesias y almohadas de aloe que se abren como lotos al calor del cuerpo humano y futones de algodón de fujijama nipón. Todos nuestros productos están inspirados en última tecnología NASA….”
Última tecnología NASA … Toshío observa al empleado y comprende que no es un joven de carne y hueso. Se trata del último modelo de recepcionista androide, la silicona facial tan pálida le delata.
El dependiente titubea y baja la mirada mientras Toshío juega con dos canicas que guarda en del bolsillo de su americana y Yoko esboza una sonrisa tímida.
Hace apenas un rato en casa, arrodillada sobre el tatami, Yoko ha despojado su cama de ropajes hasta encontrar un futón blanco que, inerte como un capullo de seda, mostraba la hoquedad que ha ido horadando el abrazo de sus dos cuerpos durante toda una vida. Abrazos pasados, pues cada día conoce a su esposo menos. A Yoko le mortifica haber abandonado ese pedacito de su intimidad en una esquina de la calle.
Les informo- irrumpe el joven autómata de nuevo- de que al final de la visita ofrecemos un delicioso té de bambú y que disponemos de un video- catálogo con modelos para clientes con necesidades especiales…
Clientes con necesidades especiales … A Yoko le llenan de rubor esas tres palabras juntas.
Hoy empezaremos por la Suite Vistas al Fuji en un día despejado, donde podrán apreciar nuestra cama de visor tres D.
Apretando la función A del mando activo el amanecer… observen cómo acarician los primeros rayos del sol la cumbre nevada del volcán… una vista edificante para empezar el día
La función B ilumina el tesoro nocturno. Pueden adquirir este mando con la compra del futón, aunque existe también una opción de alquiler.
Sentada sobre una de las camas a Yoko le impresiona el universo que gravita alrededor de un colchón y se pregunta qué se siente al despertar ahí cada mañana.
Pasemos a la Suite de las Cometas voladoras … propone el joven mientras activa un mando que atrapa el viento del sur y llega con un revuelo de dragones y cometas de papel de arroz con alas de bambú que se arremolinan en el techo con un zumbido furioso que poco a poco se va acallando hasta que se hace un silencio.
Reclinados sobre el futón, Toshío y Yoko sienten una ráfaga de nostalgia mientras contemplan el cielo del dormitorio. Luego se incorporan, un poco avergonzados. Al fondo, el joven balbucea algo sobre el pago a cómodos plazos y su voz se va ralentizando, hasta convertirse en un hilo que acaba por desvanecerse. Toshío sonríe cuando comprueba que se le ha terminado la pila fonadora. El joven se queda atrás, atrapado entre las puertas del biombo.
Libres de su presencia Toshío y Yoko se pasean por una avenida de farolillos hasta una estancia donde se mece una cama que flota llena de peces . De los techos emerge un gran ojo amarillo y redondo que agita corrientes furiosas, las escupe y precipita en caída vertical.
Después de observarla un rato, Toshío comprende que está frente a la Cascada de Amida y se descalza, se arremanga el pantalón y poco a poco desaparece bajo la cortina de agua. Asustada, Yoko le suplica que regrese y se zambulle en un remolino de agua detrás de él.
Al final del día, un guarda de seguridad que recorre la planta los encuentra dormidos apaciblemente en una esquina de la cama, enroscados como dos caballitos de mar.

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Crítica del jurado

I. Es otra historia de una pareja de ancianos que ven ya cercano el final de sus días. Pero la tecnología electrodoméstica acaba abriéndoles una ventana a un universo de esperanza. Bella historia de ciencia-ficción humanística, cargada de imágenes emocionantes. A pesar de algunos ligeros errores gramaticales, es una historia contada con tanta sensibilidad que se merece entrar en el libro.

II. Otra vez la esperanza cuando hay pocos motivos para ella. Qué reconfortante esta historia original, tan cálida, con ese brillo de las imágenes y tanta ternura. Muy bien.

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