Trabajábamos de lunes a viernes mi esposo y yo. Durante los días hábiles se hacía lo esencial en las labores domésticas: lavado de loza y tender las camas, lo cual implicó que los días de fin de semana, eran destinados al lavado y al aseo profundo de la casa.
La canasta de la ropa sucia me esperaba cada sábado atestado de ropa que mis dos hijos pequeños, mi esposo y yo habíamos usado durante la semana, como también la ropa de casa. Me levantaba temprano porque la artesa y la escobilla de lavar me llamaban. Separaba las prendas por colores, textura y delicadeza de las telas. Una vez que terminaba el escobillado de la ropa de color, enjuagaba y tendía en los cordeles de ropa para que se secaran al aire. Luego, seguía con la ropa blanca, la que jabonaba y lavaba con agua caliente para que se mantuvieran albas. Después del desayuno, mi esposo se iba con los niños a las compras en el supermercado y en la feria. Aprovechando que no estaban, tendía las camas, lavaba la loza y volvía al lavado hasta que terminaba su proceso con el tendido en los cordeles. ¡Uf! Los sábados era escobillar y escobillar. Terminaba agotada.
El trabajo doméstico ha sido siempre arduo para la dueña de casa, sobre todo lo referente al lavado de ropa. Labor que fue valorada por inventores que, con el transcurrir del tiempo, crearon diversas lavadoras para alivianar el trabajo doméstico de la dueña de casa.
La primera lavadora eléctrica fue inventada en 1901 y Alva Fisher la construyó con un tambor el cual le echaba agua y jabones para luego hacer el proceso de lavado mediante el movimiento del tambor. Las lavadoras hoy son más complejas, pero el diseño sigue basándose en la primera lavadora eléctrica de Fisher.
En 1982, la llegada de mi primera lavadora me cambió la vida. La máquina hacia mi trabajo. Ya no escobillaba, no enjuagaba ni estrujaba, solo debía tenderla al aire cuando finalizaba el proceso del lavado. Los sábados igualmente lo dejaba para el lavado, pero ya no era agotador. Y fue más aliviado para mí, con la lavadora-secadora automática en la cual la ropa sale lista para el planchado.
Los domingos, igualmente me levantaba temprano para hacer limpieza profunda de la casa ya que en la semana no se hacía aseo. La escoba y el escobillón eran mis amigos, siendo este último al que cubría con un paño para trapear, secar y abrillantar el piso.
La invención de la aspiradora se inicia en 1859. El británico Hubert Cecil Booth patenta la primera aspiradora de la historia en 1901y los americanos Champan & Skinner fabrican la primera aspiradora para el hogar en 1905.
Con pompa en 1988 entraron a mi casa la aspiradora y la enceradora para relucir el brillo del piso y extraer el polvo acumulado durante la semana. En el día de hoy, el escobillón cumple con la tarea de barrer el patio de la casa.
Ha caído la noche, mis hijos duermen cansados del agotador paseo familiar. Relajados, mi esposo y yo nos aprestamos a ver una película. En la cocina, preparo café en la cafetera. El aroma entra por mis fosas nasales y ¡me encanta! En el horno eléctrico tengo tostadas con mantequilla y queso, para servirnos. ¡Que rico!, me digo. Con todo listo, me dirijo al living donde mi esposo me espera con la película elegida. Nos acomodamos en el sofá con la humeante taza de café y degustando las tostadas recién preparadas. Bajamos la luz de la lámpara de pie y nos concentramos en la película que se proyecta en el televisor-plasma. Comparada nuestra vida de años atrás con la de hoy, es una vida más cómoda. Con esfuerzo y trabajo, la tecnología llegó a mi hogar para no irse jamás.
¡Mil gracias al dios de la tecnología que iluminò de brillantes ideas a los señores inventores!
Gracias por tantos inventos que nos han facilitado la vida a todos los que hacemos uso de ellos: en lo personal, en el hogar, en el trabajo, en la salud, en la educación. ¡Uf, son tantos que pusieron a nuestra disposición para uso de ellos!
La tierra orbita sin detenerse y la inquieta mente humana seguirá descubriendo y creando cosas para mejorar aún más la calidad de vida de cada humano que pisamos la tierra de este maravilloso mundo.
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